FUAD GONZALO CHACÓN | El Nuevo Siglo
Domingo, 2 de Septiembre de 2012

La suprema mordaza

 

Ser columnista de opinión en un país como Colombia es un oficio gallardo y por supuesto no exento de peligros. Cada palabra puede colocarnos en riesgo al incomodar a la gente equivocada, cada coma semanal puede poner un blanco sobre nuestro pecho. Esto no es mentira para nadie, ejemplos pululan como flores silvestres en los anaqueles de la historia patria. Lo paradójico en esta ocasión es que ahora no sólo hay que cuidarnos la espalda de las balas pérfidas de los violentos, sino también de las cobardes demandas de la Corte Suprema.

Cecilia Orozco no cometió ningún delito, sólo se preguntó en voz alta lo mismo que muchos en este país estábamos pensando. Su único pecado fue herir el ego de una institución sumida en la desconfianza de la gente, atacó con verdades tangibles el orgullo de un par de poderosos y logró atravesar los umbrales del miedo en algunos magistrados al punto de llevarles a pervertir en causa propia la misma justicia que juraron salvaguardar.

La Corte de los amaneceres que presenciamos es el macilento reflejo de lo que solía ser, ya ni ella misma se reconoce. Hoy no podemos elevarla como el último resguardo de la ley, sino como la primera infractora de la libertad de opinión. Su cínica demanda no sólo es rechazada nacionalmente por absurda, sino también por abusiva, pues quiere descargar la fuerza constitucional contra una valiente pluma por denunciar sus deleznables prácticas, quiere imponerle la suprema mordaza del silencio de la mano de la intimidación.

Sigo sin ver dónde reposan la calumnia y la injuria que alegan. Si es porque aseguró que estaban “clientelizados, burocratizados, lagartizados y subordinados” deberán denunciarme junto con todos sus colegas porque con esta retaliación le han dado la razón a ella y pie a nosotros para aseverar lo mismo. Una pésima movida, caballeros, que ha dejado al descubierto los oscuros intereses que al parecer rondan por ciertos pasillos y oficinas del Palacio de Justicia.

Lo cierto es que esta notificación penal nos ha posicionado como una vergüenza ante el mundo. Nos abochorna con una justicia que, tras de inoperante, ahora resulta intolerante a la crítica. No tenemos autoridad moral para rechazar acciones desmesuradas como las de Putin contra las Pussy Riot, cuando aquí tenemos a nuestros Vladimires criollos salidos de la toga y malversando los poderes de su dedo acusador. Triste época la nuestra, ya no sólo nuestras palabras nos hacen vulnerables a la muerte sino también a la cárcel, la cual es como morir en el silencio, pero todos los días.

Obiter Dicta. 1. El presidente Santos está tan desesperado cambiando ministros como el “Bolillo” en su momento cambiando jugadores en la Selección Colombia. A este paso cualquier Dayro Moreno o Teófilo Gutiérrez va a terminar comandando alguna cartera del Ejecutivo. 2. RCN ya demostró que está dispuesto a venderle el alma al diablo a cambio de un punto en el share. Hasta que no muera alguien en un reality no saciará su sed de rating, e incluso puede que tampoco después.