Más sobre drogas ilícitas
No obstante haberme referido en nota anterior a las sintéticas y sus problemas, hoy de nuevo toco este conflicto, por ser tema que con cierta frecuencia se pone de moda y en estos tiempos se está pulsando a diferentes niveles. El Procurador, en sus pronunciamientos hacia el asunto, manifiesta su intención de recurrir al referendo, buscando que la ciudadanía se pronuncie sobre el manejo de estas drogas; como él, muchas personas lanzan propuestas, con ánimo de aportar al debate opiniones valederas y estudiadas, pero hace falta información para poder organizar una discusión con altura y responsabilidad.
La polémica nos permite identificar grupos con opiniones encontradas haciendo propuestas de acuerdo a su querer y sentir, pues los hay simpatizantes de legalización total, dando a los consumidores el tratamiento de enfermos, otros en cambio hablan de despenalización parcial, clasificando los diferentes tipos de drogas, y escuchamos también un sector abiertamente opuestos a todo tipo de concesiones en la lucha. Cada corriente esgrime puntos de vista valederos, los primeros se dicen de avanzada y sostienen que las estrategias utilizadas han fracasado de mucho tiempo atrás, el desgaste del país no tiene forma de ser tasado y el aporte en vidas es muy alto, para terminar sosteniendo que en otros países la legalización va al galope, e invocan desde su ángulo otro referendo; en cuanto los segundos, algo mediadores, hablan de despenalización parcial invocando una categorización en las sustancias, afirmando que existen productos tanto naturales como sintéticos con efectos superficiales de fácil manejo, por tener un nivel de adicción y dependencia bajo, y aseveran que estos experimentos van adelantados en otras latitudes; al referirnos a los manifiestamente contradictorios, aquellos para los cuales los estupefacientes son el azote de la humanidad, especialmente en menores, no transigen en su postura pidiendo continuar la batalla, proscribiendo el cultivo, elaboración, comercialización y consumo de sustancias estupefacientes, exigiendo a los gobiernos y autoridades cumplir con sus mandatos constitucionales, defendiendo la sociedad de todo accionar delictivo y aseguran que todo acto que involucre este tipo de estancias raya en el delito.
Como vemos no se puede desestimar ningún sector y no es tarea fácil conciliar posturas tan antagónicas; recurrir a la ciudadanía en consulta es correr un riesgo de magnitudes insospechadas, de manera que se debe encarar el tema con equilibrio; las diferentes posturas aportan puntos sustentados en verdades y tesis discutibles algo recalcitrantes que dificultan el debate.
Sin olvidar el compromiso internacional sobre las drogas y un estatuto por ajustar, pienso en una cruzada de ambientación en nivel popular, para estudiar la salida al problema con las diferentes capas sociales y organizaciones cívicas comprometidas en el proyecto, buscando diagnosticar y tomar caminos acordes a las necesidades familiares, educativas, y laborales, tanto nacionales como internacionales.