Generosos | El Nuevo Siglo
Jueves, 8 de Diciembre de 2016

Compensar este fin de año a los colombianos con un aumento justo y generoso del salario mínimo para 2017 sería un gesto de responsabilidad social.

Gobierno y empresarios podrían ser generosos en la concertación de un ingreso digno para los trabajadores.

Recuperar parte del menguado salario básico de los hogares compensaría en parte lo que viene en materia de impuestos.

Un retoque social a la reforma tributaria daría la sensación de un Gobierno cercano con las familias colombianas que este año pasaron las verdes y las maduras.

Si al Ejecutivo no le fue bien en materia fiscal este año y cierra balance con desajuste fiscal y descuadre presupuestal, ¿Qué será entonces de los hogares?

Si al Gobierno y a las empresas no les salieron bien las cosas este año por cuenta del derrumbe de los precios del petróleo, la caída en el consumo y el retroceso en la economía, ¿Qué no decir de los hogares?

Asumiendo que el Congreso en sesiones extras aprobará la reforma tributaria estructural que con valentía y responsabilidad lidera el Ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, no caería mal darle una mano a los contribuyentes por el lado de un mejor ingreso.

Mayores sueldos a la clase trabajadora del país equivalen a mejorar las condiciones de vida de las personas, su acceso a salud, educación, vivienda y esparcimiento.

Un salario mínimo acorde con la inflación, la productividad, la tasa de ahorro, la bancarización, el bienestar y la prosperidad, le daría un nuevo aliento a la economía nacional a través de aumento del consumo, inversión y reanimación de los negocios.

Ni los trabajadores van a ser ricos por un incremento decoroso del salario mínimo para el próximo año, ni los empresarios se van a volver pobres.

Ni el Gobierno va a quebrantar sus finanzas públicas ni pondrá en jaque sus planes de inversión social por conciliar un mejor ingreso para las familias.

Las empresas no van a dejar de contratar mano de obra porque se acerquen un poco más a las peticiones de las centrales obreras.

Un ajuste salarial cercano al 7% sería acorde con la situación de la economía y el clima de los negocios. Algo más sería lo mejor para el bolsillo de unos 10 millones de colombianos, pero la balanza cuenta.

Posiblemente va a ser menor la oferta final de patronos.

Ir más allá, sin poner en riesgo el presupuesto de unos y otros, ayudaría a generar un ambiente de concordia, confianza y seguridad.

Estampar un sello social al reacuerdo de paz con las Farc pasa en parte por un aumento ‘cordial’ del salario mínimo.

Alza salarial decente suavizaría el paquete tributario que viene con aumento de 3% en el IVA.

Reanimar el consumo doméstico y permitir que el comercio levante cabeza tiene que ver mucho con la mano tendida que muestren los negociadores del ajuste salarial.

Un salario no tan mínimo despejaría dudas y temores. ¡El mercado está caro!