Un “gestor de paz” es alguien que estando privado de la libertad es postulado por un grupo alzado en armas que tenga un proceso de diálogo vigente para negociar la paz con el gobierno. En virtud de dicha postulación, el gestor puede recobrar transitoriamente la libertad, sin que ello signifique que quede absuelto de las causas penales que tenga. Sólo puede adelantar los trabajos concretos y útiles que se le señalan en el correspondiente decreto.
¿Qué trabajos concretos para facilitar la paz ha encomendado el decreto que permitió solicitar la excarcelación de los paramilitares declarados como “gestores de paz”? No se sabe.
¿Por cuánto tiempo se les nombra “gestores de paz”? No se sabe
¿Cuándo rendirán cuenta y razón de sus gestiones por la paz, único objetivo que debe presidir su excarcelación? No se sabe.
¿Pueden declararse “gestores de paz” a delincuentes cuyos grupos no adelantan al momento un proceso de paz y diálogo con el Estado; y por lo tanto nadie los ha postulado como gestores de paz? No
La figura del “gestor de paz” no puede confundirse con un mero disfraz jurídico para salir de la cárcel y burlar la ley y los propósitos preeminentes de la paz.
La designación por parte del presidente Petro de 16 antiguos jefes paramilitares como gestores de paz ha suscitado con razón todo tipo de censuras, la principal de las cuales corrió a cargo de la sala penal de la Corte Suprema de Justicia que en contundente pronunciamiento sobre el caso Mancuso dijo lo siguiente: “no hay ninguna precisión acerca del tiempo o lapso de la designación, lo cual es inadmisible porque envía un mensaje equívoco a las víctimas. Consiste en que su agresor, antes que asumir los compromisos que le impone el sistema de justicia y paz derivados de sus múltiples conductas, y de que pesa en su contra una medida de aseguramiento de detención preventiva que debe cumplir para anticipar el cumplimiento de la pena, obtiene una desmedida contraprestación al ser designado como gestor de paz”. Un pronunciamiento similar hizo la Defensora del Pueblo.
El presidente Petro ha dicho que este nombramiento de los jefes paramilitares en la gestoría de paz es para que se conozca toda la verdad sobre las tropelías que cometieron. El propósito es loable y entendible, pero el mecanismo es equivocado y opaco.
Todos estos antiguos jefes paramilitares están sometidos a procesos judiciales dentro de los cuales pueden perfectamente confesar sus crímenes, si es que faltan aún por conocer detalles de sus delitos. Pero revestirlos ahora con las funciones propias de un gestor de paz carece de sentido y es ofensivo para con las víctimas, como bien lo ha señalado la sala penal de la Corte Suprema de Justicia y la defensora del pueblo.
Este inesperado giro que el presidente Petro ha dado a la figura de los gestores de paz extendiéndola ahora a los jefes paramilitares no deja de ser además cuestionable, puesto que los gestores de paz solamente se pueden designar cuando un grupo que esté en conversaciones de paz con el gobierno los postula. Pero se necesita de un grupo postulante no de un simple trino presidencial.
Y hasta donde se sabe no existe conversaciones de paz en curso con los grupos paramilitares que tienen apenas procesos judiciales en marcha, un abultado prontuario, y solo han recibido un amistoso intercambio de “sombreros vueltiaos” y un brazo por parte del presidente de la República.