Gloria Arias Nieto | El Nuevo Siglo
Viernes, 10 de Junio de 2016

PUERTO LIBERTAD

Falta grave

EL 13 de diciembre de 1969, un hombre de 33 años, nacido en Buenos Aires, fue ordenado sacerdote. Hijo de José  y María (nombres completos Mario José y Regina María),  fue un niño pacífico, amante de la lectura y los espaguetis de los domingos; con sentido del humor,  buen alumno y buen amigo, estudió química, humanidades, teología y filosofía.

 

En la quinta ronda de votaciones del segundo día del cónclave del 2013, él, Jorge Mario Bergoglio, fue elegido  Sumo Pontífice de los católicos del mundo. El Papa Francisco. El Papa de los humildes, de los niños y los ancianos; de los desplazados por las guerras; el de los más vulnerables, planteó en un documento previo a la elección, que el nuevo Papa debería ser un hombre que “desde la contemplación de Jesucristo, ayude a la Iglesia a salir de sí misma, hacia las periferias existenciales”.

 

El Papa Francisco es lo mejor que le ha pasado a la Iglesia Católica en los últimos siglos. En una época de crisis, deserción y escepticismo, nada habría sido más inapropiado que perpetuar esa Iglesia excluyente, censuradora y ostentosa que cada día se apartaba más del legado inicial del más humilde y grandioso de los hombres.

 

El Papa Francisco tiene incómodos a muchos, y eso me encanta. Me gusta que haya removido las poltronas (físicas y simbólicas) de pensamientos anquilosados y absolutistas, que segregan a las personas por su condición sexual,  su estado civil o  práctica religiosa. El actual no es el Papa de los falsos perfectos, de quienes aparentan pureza y luego de darse golpes de pecho en la misa, la dan golpes a la mujer, al hijo o al vecino. No es el Papa del lujo vaticano, sino el de la sencillez de las rosas de Asís y los frescos de El Giotto.

 

Me encanta  este Papa que llama a las cosas por su nombre, y el sábado pasado fue claro y contundente respecto a los curas pederastas y a la “falta grave” que cometen los obispos que miran para otro lado, y no asumen su responsabilidad frente a esta infamia. Obispos comprobadamente negligentes frente a curas pedófilos, serán destituidos. ¡Por fin!

 

“Los pastores, y sobre todo los obispos, deben mostrar una diligencia especial en la protección de los más débiles”, dijo.

 

Me resbala una discusión semántica sobre si es actualización, modificación o renovación del derecho canónico. Lo fundamental, lo que hace que tengamos un motivo más para admirar, amar y defender al Papa Francisco, es que  trazó una directriz que en lugar de esconder el mugre bajo la alfombra, identifica, sufre y asume las vergüenzas de la vida real, y trabaja con decisión y valor para que los culpables y sus cómplices asuman las consecuencias.

 

Se comentan con sotana, smoking o blue jean, la intimidación y el abuso sexual contra los niños, son crímenes repulsivos. No más “silencio de los inocentes”; no más complicidad. El hijo de José y María es un valiente; y parecería que a  los curas pedófilos y a los obispos encubridores, se les va a acabar el arraigado imperio de la impunidad.

ariasgloria@hotmail.com