GLORIA ARIAS NIETO | El Nuevo Siglo
Viernes, 21 de Septiembre de 2012

La mentira no es opción

 

El odio es una papa caliente difícil de procesar; traicionero como es, generalmente deja quemaduras más graves en el emisor que en el receptor. No es racional ni inteligente, y con frecuencia intenta desdibujar la frontera entre la realidad y la ficción.

Hace dos semanas escribí en este Puerto sobre la obligación de quienes estamos en los medios, de respetar y cuidar  la verdad; me referí entonces a la opinión de un columnista de El Espectador, que en mala hora lanzó una diatriba llena de imprecisiones contra un sistema de protección social que a él le disgusta. Hasta el momento no he visto que él se haya rectificado, y eso molesta; pero bueno… admitir los errores es un buen indicador de grandeza; es moral -y a veces jurídicamente- obligatorio, pero finalmente quien más pierde cuando no se hace, no es el calumniado, sino quien faltó a la verdad.

Hoy vuelve y juega el tema de la responsabilidad y la credibilidad de los periodistas, con un tema tan fundamental como el de los diálogos de paz, en el que hay que pensar con lupa cada palabra.

La columna del señor José Obdulio Gaviria, publicada hace dos días en El Tiempo, es un perfecto ejemplo de lo que no se debe hacer. Él tiene derecho de estar en desacuerdo con la intención de paz del presidente Santos, y puede dedicar sus quinientas palabras semanales a despotricar contra las Farc, el Gobierno, contra lo que quiera, siempre y cuando diga la verdad.

Lo que no es admisible es describir como ciertas, situaciones ficticias, para pretender con ello generar opiniones en uno u otro sentido. Eso no se les hace a los lectores. Es irresponsable, irrespetuoso y dañino.

La mentira no es una opción disponible en el manual del  buen periodista.

Ningún sesgo político, anímico o conceptual, puede llevarnos a distorsionar los hechos; a presentar como ciertas, situaciones que nunca se dieron; a revolver opinión con información. Una cosa es  libertad de prensa, y otra, totalmente distinta, mentir. La primera, representa independencia, dignidad y valor; lo segundo, es cobarde y pendenciero.

El proceso de paz está apenas saliendo de su vida intrauterina. ¿Será justo cogerlo a patadas, sin darle opción al respiro, y -en este caso- con acusaciones falsas, desmentibles y desmentidas, por las fuentes primarias de la información?

Excelente, en contraste, el editorial de ayer en El Tiempo; dijo lo que tenía que decir, cuando era y como era.

¡De lujo, la participación de la W!

Clara y precisa la carta de Sergio Jaramillo, y muy bien por el periódico, haberla publicado.

Buenísimo quienes respaldan o disienten, de lo que sea, pero  con la verdad en la mano.

La realidad, tal y como es, es polémica y exquisita, maravillosa, tormentosa y compleja. El periodismo, la oposición, el mundo pensante, no pueden -por pasión o conveniencia- disfrazarla o esconderla.

Y señor José Obdulio, por favor o por vergüenza: no siga diciendo que lo que usted hace es “literatura política”. Ni la literatura ni la política, merecen que usted las manosee con tanto descaro.

ariasgloria@hotmail.com