“No eres más porque te alaben, ni menos porque vituperen”, dice la Imitación de Cristo. Ante el recuerdo del Cardenal Darío Castrillón Hoyos, recientemente fallecido (17-07-18), han sido recordadas su vida y actuaciones con justos elogios y como un honor para Colombia, pero no han faltado, quienes le hayan hecho fuertes críticas por malas interpretaciones.
De parte mía, su coetáneo y compañero de labores en servicio a la Iglesia y a la Patria, siento el deber de destacar algunos de sus muchos aspectos positivos que palpé en él, sin negar posibles fallas humanas que hubiere tenido. Dejo la tarea, fácil y hasta dulce para algunos, de entretenerse en la ligera escoria que pueda aparecer, dejando de lado el oro reluciente.
Nació en Medellín (04-07-1929), en cristiano y ejemplar hogar. Hizo sus estudios en los seminarios de Santafé de Antioquia y Santa Rosa de Osos. Ordenado Sacerdote para esta Diócesis (26-10-52), hizo, luego, estudio en Derecho Canónico en la Universidad Gregoriana de Roma y en Sociología en la de Lovaina. Ejerció varios cargos en la Diócesis de Santa Rosa, bajo la guía del hoy Venerable Mons. Miguel Ángel Builes, en algunas parroquias, y en la dirección y coordinación de importantes apostolados como la Acción Católica, Acción Cultural Popular, Legión de María y Cursillos de Cristiandad.
Por sus valiosas cualidades fue llevado al cargo de Secretario General del Episcopado. En este cargo prestó sus servicios en la gran labor de esa entidad, hasta que fue nombrado Obispo Coadjutor de Mons. Baltazar Álvarez Restrepo en la Diócesis de Pereira (02-06-71). En Pereira, como Obispo Coadjutor, y, luego, como Obispo titular (01-07-76) al retiro de Mons. Álvarez, realizó en esa prospera región admirable y entusiasta labor pastoral en múltiples aspectos.
En 1983 fue elegido Mons. Castrillón como Secretario General del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), cargo que ejerció con gran acierto hasta 1987, año en el que fue elegido Presidente del mismo hasta 1991, adelantando excelente labor en pro de todo el Continente. Regresó de lleno a su Sede Episcopal de Pereira, hasta que, el 16-12-92, fue nombrado Arzobispo de Bucaramanga. Dirigió la Arquidiócesis de Bucaramanga solamente 3 años y medio, pues el 15 de junio de 1996 fue llamado, por Su Santidad Juan Pablo II, para dirigir la Sagrada Congregación para el Clero, con proyección hacia más de 4.000 mil Sacerdotes en el mundo.
El 21-02-98, fue creado Cardenal por el mismo Pontífice, siguiendo en la Congregación como su Prefecto. Su labor fue amplia y significativa en este Dicasterio, por 13 años, hasta que en 2009, a sus 80 de edad, dejaba ese cargo. Allí modernizo las actividades de esa Congregación con página internet, y expidió “Nuevo Ordo para los Sacerdotes”. Durante su labor en Roma, aún después de su retiro de aquel alto cargo, siguió siendo confidente muy apreciado por los Papas S. Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, Pontífice que presidió, personalmente, solemne funeral en la Basílica de San Pedro, y recordó “sus generosos servicios a la Iglesia”. Para nueva entrega dejamos precisiones sobre algunas de sus cuestionadas actuaciones. (Continuará)
Obispo Emérito de Garzón
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