Como es bien sabido China absorbe el 61% de las exportaciones estadounidenses de soja, que representa a su vez más del 30% de su producción. De allí que La Asociación estadounidense de Soja, manifestara “enorme frustración ante la escalada de una guerra comercial con el mayor cliente de la soja de EEUU” y pidió a “la Casa Blanca que reconsidere las tarifas que condujeron a esta represalia”.
Como lo señala Edward F. Stuart, profesor emérito de economía de la Universidad de Illinois, “el gobierno chino es muy inteligente y políticamente sofisticado. Están apuntando a productos que se producen en áreas que votaron fuertemente por Trump. Esto producirá una gran reacción negativa y protesta de los senadores y congresistas de las áreas que simpatizan con Trump”. Trump ha metido a los EEUU en camisa de once varas.
Guerra es guerra y así lo ha entendido el presidente de China, el todopoderoso Xi Jinping, mientras Trump espetó que “el Presidente Xi y yo siempre seremos amigos, sin importar lo que ocurra con nuestra disputa comercial”, cuando él bien sabe que desde siempre, como lo acuñó John Foster Dulles, Secretario de Estado de Dwight Eisenhower, en una frase lapidaria, “Estados Unidos no tiene amigos sino intereses”. El analista Ambrose Evans-Pritchard considera que "la pretensión de la convivencia cordial ha terminado" y analiza el riesgo de que estalle una guerra real entre ambas potencias.
Y lo dijo Pascal Lamy, ex comisario Europeo y Director de la OMC, “en una guerra militar mueren los soldados. Pero, en una guerra comercial mueren los empleos” y eso es lo que se ve venir en los EEUU y en el resto del mundo, porque a consecuencia de esta guerra comercial la economía crecerá menos y generará menos empleos. En efecto, China después de 40 años de transformación y de reformas económicas, creciendo su PIB a tasas que llegaron a superar por décadas el 10%, se convirtió en una gran despensa y al mismo tiempo en un mercado muy apetecido por las multinacionales.
Lo que facturan en China corporaciones como GM, Nike, Starbucks, Ford, entre otras, según el economista de Alex Wolf, una empresa de gestión de activos domiciliada en Hong Kong, supera de lejos el monto de lo que exporta EEUU a China. Huelga decir que las utilidades de estas empresas son remesadas a los EEUU. Según Wolf, “estas ventas no aparecen en la balanza comercial, pero forman parte de lo que podría llamarse una ´relación económica agregada´”.
Se estima que las subsidiarias de las multinacionales estadounidenses que operan en territorio chino tuvieron ventas en 2015 por la bicoca de US $221.900 millones (¡!). Cabe preguntarse qué será de estas multinacionales si la ira de la dirigencia china la condujera a propiciar un boicot contra las empresas estadounidenses y contra sus productos. Pero la miopía de Trump le nubla la razón, impidiéndole dimensionar el daño que le está propinando a su propio país.
*Miembro de Número de la ACCE