El gran dilema de los agricultores es la justa formación del precio y si fuere posible, mitigar el riesgo de las variaciones de éste. Aspectos que encuentran una respuesta adecuada en el mercado bursátil.
Con tal propósito trabajamos en Colombia, específicamente a partir del año 1992 hasta 1997, en la Bolsa Nacional Agropecuaria BNA.
La idea era, además de ofrecer confianza a compradores y vendedores dentro del marco de los principios de honorabilidad, transparencia, seguridad y cumplimiento, convertir a ésta, en el epicentro de la información de las transacciones comerciales efectuadas en todo el país, para tener una visión real oportuna y precisa de la oferta y la demanda agropecuaria, tanto en zonas de producción como de consumo.
En algunos países de Centro y Suramérica se llevaron a cabo también programas de mercado abierto, sin que el bursátil haya podido consolidarse en la mayor parte de ellos, debido a que se negociaban volúmenes pequeños, y la existencia de olipsonios (pocos compradores) hacía que se acordaran precios no siempre favorables al agricultor.
Entre tanto, sí ha funcionado en Argentina hace más de 270 años, y en Brasil, países cuya oferta es de grandes volúmenes y dónde existen muchos compradores gracias a las exportaciones.
Más recientemente en Chile, se ha configurado otra, pero más bien se trata de un mercado de facturas.
En Estados Unidos de Norte América ha sido un éxito, como acontece en las bolsas de Nueva York, Chicago y Kansas, por citar apenas tres de ellas, donde los contratos de futuros y opciones; es decir, tanto el mercado spot como el especulativo, tienen la liquidez, la profundidad y la variabilidad requeridas.
Hay que entender que las operaciones bursátiles difieren de las subastas y de lo que aquí en Colombia el Gobierno ha denominado "Coseche y Venda a la fija”, esquema ya utilizado en otras épocas con el nombre de "Venta Anticipada de Cosechas" o "Agricultura por Contrato".
En nuestro país, donde todo llega tarde y las ideas demoran en desarrollarse sí es que el "remedo" o la copia se hace perfectamente, se creó primero una bolsa que no funcionó y luego, con los debidos ajustes, nació hace 40 años la Bolsa Nacional Agropecuaria.
Ésta era una sociedad de economía mixta, vigilada por la Superintendencia de Sociedades, de donde nunca ha debido salir, con participación mayoritaria del Ministerio de Agricultura y en menor proporción los gremios agrícolas e inversionistas privados.
Eran las épocas el intervencionismo estatal, en este caso a través a través del Instituto de Mercadeo Agropecuario, Idema, inspirado en las políticas de la Cepal, comprando y vendiendo las cosechas, e importando y exportando cuando hubiere lugar.
Al nacer la Bolsa Nacional Agropecuaria se comenzó a utilizar el recinto bursátil para darle a las operaciones, la transparencia y seguridad requeridas.
A principios de los años noventa y a instancias del proceso de apertura económica, vino el desmonte del Idema y en el mercado bursátil nos preparamos para asumir el reto y ofrecer las herramientas y condiciones que exigía la modernización de la comercialización del sector.
Los incentivos creados por el Gobierno y contemplados en la ley 101 de 1993; entre otros, tuvieron el propósito de fortalecer ésta herramienta como solución a la problemática de la comercialización del sector. Hasta aquí nuestro relato.
Habrá otros interesados en contar qué ha pasado de 1997 en adelante y cuál la reciprocidad de esta iniciativa para con el Gobierno y los campesinos.