El embajador Ramiro Zambrano en libro de editorial Planeta próximo a aparecer hace el recuento de las negociaciones con el M-19 tras la toma de la residencia de la Embajada de República Dominicana, en Bogotá, el 27 de febrero de 1980 la cual se prolongó por varias semanas. Incluye opiniones de guerrilleros y rehenes, entrega documento histórico de extraordinario valor, aclara hechos confusos, refresca la memoria de una nación ausente de ella.
El movimiento insurgente, ansioso de protagonismo, en operación espectáculo, incursionó de forma violenta haciendo rehenes a diez y siete embajadores, incluido el Nuncio, a invitados a la fiesta nacional de ese país y llevó a cabo el intento de desestabilización institucional que finalizó cuando secuestradores y secuestrados fueron enviados a Cuba, previo acuerdo con el gobierno de Fidel Castro, donde los rehenes obtuvieron su liberación y quedaron los guerrilleros.
Durante sesenta días las Fuerzas Armadas rodearon la residencia, actuaron con prudencia, el presidente de la República Julio Cesar Turbay y el ministro de Relaciones, Diego Uribe Vargas, manejaron la situación con acierto, los medios de comunicación cubrieron la noticia, hubo extenso diálogo con voceros de los agresores, momentos de tensión, contratiempos superados, todo dentro del marco de la Constitución, sin ceder a la solicitud de liberar trescientos presos interfiriendo decisiones de la rama judicial, de entregar con dineros del erario un millón de dólares.
Por cierto, la suma que costó la salida de los guerrilleros, la cancelación de cuentas por el uso de dos aviones y las erogaciones menores, fueron cubiertas con contribuciones privadas, especialmente de asociaciones humanitarias que laboran con el objetivo de ayudar en caso de operaciones terroristas, en la defensa de los derechos humanos, en el rescate de secuestrados.
El Jefe de Estado coordinó con inteligencia las conversaciones para la solución de ese, hasta entonces, el más grande secuestro diplomático en la historia. Se ratificó el proverbio de que la paciencia es árbol de raíz amarga pero de frutos dulces. El país le debe mucho a los negociadores designados por el primer mandatario, al embajador Ramiro Zambrano, a Camilo Jiménez, por entonces Subsecretario de Asuntos Económicos de la cancillería, lamentablemente ya fallecido, quienes ubicados en una incómoda camioneta carente de puertas traseras se empeñaron en proponer alternativas, calmar pasiones, soportar injurias, conseguir consensos, hasta obtener la terminación de la llamada “Operación Libertad y Democracia.” Se impidió una tragedia de proporciones mayores y finalizó incruentamente la peligrosa irrupción.
El tratamiento exitoso dado a la toma de la Embajada de la República Dominicana y la valerosa participación de los dos compatriotas mencionados se consignan en el libro de memorias, cuya lectura desapasionada recomiendo desde ahora.