HERNANDO GÓMEZ BUENDÍA | El Nuevo Siglo
Domingo, 30 de Septiembre de 2012

El cuarto de hora de Colombia

 

Hace diez años, en su primer discurso en la Asamblea de la ONU, el presidente Uribe pintó el drama de una “democracia sitiada por el terrorismo”, donde había asaltos diarios en las carreteras: “¿qué tal que esto sucediera entre París y Bruselas, o entre   Nueva York y Boston?”. Y hace veinte años el presidente Gaviria había comenzado por invocar “la larga lista de candidatos, magistrados, funcionarios… caídos en la lucha contra el narcotráfico”.  

Pues esta vez el presidente Santos dedicó sus 15 minutos a explicar la posición de Colombia frente al Consejo de Seguridad, la primavera árabe o el desafío ambiental, a proponer que el mundo reevalúe su guerra contra las drogas, y a expresar la esperanza de que “el próximo año” anunciará el fin de “uno de los conflictos más prolongados del mundo”. Nada de compasión ni de pedir ayuda: “en medio de la turbulencia internacional… hemos creado dos millones de empleos… e importantes avances en reducir la pobreza”.    

Así que en veinte años pasamos de ser el país vergonzante de la narcoviolencia al país emergente que atrae inversionistas y habla de tú a tú con las potencias. Este cambio se debe a una mezcla de factores, algunos domésticos y algunos internacionales, algunos deliberados y otros accidentales:

-Los grandes capos desaparecieron en parte porque a Estados Unidos ya no se pueden despachar cargamentos enormes, en parte porque se fueron para México y en parte porque después de Ralito Uribe tuvo que extraditarlos de rebote. Las siembras se cayeron por la fumigación, porque llegó el Ejército y porque se devolvieron al Perú.

-La paz con la guerrilla es hoy posible porque las Farc (y el Eln) están muy golpeados. El Plan Colombia y el boom de regalías  permitieron escalar y tecnificar la ofensiva militar, en tanto que los secuestros y la Operación Jaque derrotaron políticamente a la guerrilla.

-Y mientras tanto: China. Colombia sin TLC no se subió al bus de la maquila, igual que México o Centroamérica; se subió al bus de las materias primas, igual que el resto de Suramérica. Un país cafetero y semi-industrial  de la noche a la mañana se convirtió en  petro-país. Y de ñapa nos llovieron los dólares que inundan al planeta y que no tienen más donde llegar. Por eso los dos millones de empleos y los programas asistencialistas que están disminuyendo la pobreza. 

Las sombras ahora vienen de afuera (China que frena y el Norte que se hunde). Vienen de una minería que arrasa y no siembra nada. Vienen del complejo narco-para-terrateniente que sigue empujando. Vienen de la miopía y mezquindad de los de arriba. Pero por hoy hay que celebrar el cuarto de hora.          

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