“¡VENECA DE mierd* vete para tu país! Trabajé en un call center y expresiones como esas las recibía en las llamadas. ‘Las venezolanas son put*s, deja de quitarle el trabajo a las peruanas’. Era lo que veía en las paredes del baño de la oficina”, comentó Kimberly Pérez, venezolana de 29 años de edad, que emigró a Lima, Perú, en 2018.
Pese a residir en Lima desde hace 6 años y de haber gestionado los documentos que exige el Estado para su estatus como inmigrante, vivir en Perú fue complejo para ella. Es profesional en contaduría pública y desde que llegó no ha podido ejercer. Actualmente, se gana la vida haciendo domicilios y recordó que su más desdichada experiencia fue que le devolvieran un encargo solo por ser venezolana.
Otro caso particular fue el de Alirio Hernández, quien, en conversación con EL NUEVO SIGLO, compartió: “Fui uno de los primeros venezolanos en ser contratado en la Clínica Angloamericana, ubicada en Lima, Perú. Trabajé en el área de emergencia y dentro de las políticas de esta institución debíamos presentarnos ante cada persona enferma. Un día, por órdenes del médico encargado, tuve que trasladar a un paciente que estaba en estado crítico para que se hiciera unos exámenes. Dicho paciente, al escuchar mi voz, aun en su estado de salud delicado, dice: ‘¡veneco!’, no quiero que me atienda un veneco’. Hizo tal alboroto que todo el personal de emergencia tuvo que intervenir para que se calmara. Nunca me había sentido tan menospreciado y menos por mi nacionalidad”.
No solo en el Perú la población migrante vive este flagelo. Way Lyng Lima, en Chile, también ha padecido de esta situación.
“La xenofobia en Chile se evidencia dependiendo del lugar donde estés. Emigré a Chile en el 2019. Emprendí en el sector gastronómico y la experiencia más desagradable que he podido tener es que, he perdido la cuenta de cuántas veces me han mandado a regresar a Venezuela. ‘¡Vete pa’ tu país!’ Pese a no ser frases ofensivas, considero que sí son de exclusión”, comentó.
Según el último informe de Acnur, publicado en febrero de 2024, más de 7,7 millones de personas han salido de Venezuela en busca de protección y una vida mejor.
Perú, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), es el segundo país de Latinoamérica que más ha recibido migrantes venezolanos (1,5 millones), después de Colombia con (2,9 millones).
Le sigue Ecuador, que, según estadísticas de Migration Policy Institute, a agosto de 2023, 475.000 venezolanos han ingresado a esta nación. El país se ha convertido en la cuarta región de Suramérica que acoge a esta población; sin embargo, aunque el Gobierno ecuatoriano ha desarrollado políticas migratorias a favor de estos ciudadanos, al interior de ese territorio se exige la expulsión de los extranjeros.
Luis Delgado, venezolano de 38 años que experimentó discriminación en Ecuador, expresó que: “Ecuador, no es fácil. Algunas personas ecuatorianas son xenófobas y no quieren ser atendidas por venezolanos. Una vez fui a comer con un amigo a un restaurante y el lugar estaba lleno. Nos dispusimos a esperar, pero nos escucharon hablar y al notar que éramos venezolanos no nos dejaron entrar. ¡Qué situación tan desagradable!”, recordó.
Michelle Arocha, venezolana de 31 años que reside en Bogotá desde hace 7 años, expresó a este medio que se le ha complicado el tema del arriendo.
“Tratar de buscar un lugar digno para vivir aquí es terrible. En dos ocasiones fui a arrendar y cuando estuve en el lugar, apenas los dueños de la propiedad me escuchaban hablar, comenzaban a decir: ‘no le alquilo a los venezolanos, si se muda uno, después llegan veinte’. Expresiones desagradables y de odio, no pueden generalizar, no todos los venezolanos somos así”.
Además, también enfatizó la falta de oportunidades por parte de las entidades bancarias. “Me he llevado muchos disgustos. Soy profesional, trabajo para una universidad, soy una persona honesta y responsable, y que te nieguen el simple hecho de abrir una cuenta bancaria por ser venezolana, así tengas el pasaporte o el documento del Permiso de Protección Temporal (PPT), es inaceptable. Lo viví”, acotó.
¿Migración y xenofobia?
Para algunos expertos, la xenofobia podría incrementarse, sobre todo por el inminente aumento de la diáspora venezolana, que obedece principalmente a la crisis política en ese país, debido a la negativa del régimen de Nicolás Maduro de aceptar su derrota en los comicios presidenciales del pasado 28 de julio y abandonar el poder de manera pacífica.
EL NUEVO SIGLO dialogó con Laura Jiménez Cortés, directora de El Barōmetro de xenofobia, racismo y género en América Latina, experta en coordinación de proyectos de DD. HH., y Relaciones Internacionales.
Sobre la gravedad de los casos de xenofobia que se han dado o que se podrían presentar en el país por la migración, dijo que “depende de lo que se pueda definir como grave; sin embargo, es una situación que se viene presentando desde los primeros grandes flujos que llegaron de Venezuela en el 2017 - 2018, más que todo en 2019”.
“Lo que se ha identificado es que el colombiano tenía o tiene temor de la pérdida de su trabajo, como la disminución de las ayudas del Estado”, expresó.
Ante la narrativa de algunos colombianos que refieren que la delincuencia se incrementó o que aumentará a causa de los migrantes, la directora mencionó que “aunque se puede decir que sí está relacionado con la migración, no es un factor determinante. Eso pasa en todos los países”, dijo.
“En nuestra sociedad y en toda América Latina hay índices de violencia; sin embargo, que eso se deba a la migración es un porcentaje muy mínimo. Lo anterior no puede ser excusa para usar falacias argumentativas referente a que todas las personas de Venezuela son violentas”.
Aunque destacó: “esas narrativas sí se usan como excusa para decir que no quieren que los venezolanos estén aquí en Colombia, y eso no tiene ninguna sustentación”.
Señaló que, desde la organización se han podido identificar estereotipos que estigmatizan y generalizan a los migrantes venezolanos usando narrativas como que “todos son perezosos, que por ser socialistas convertirán a Colombia en socialista. También hay una muy especial en contra de las mujeres venezolanas, que son hipersexualizadas, explotadas sexualmente o rechazadas”.
Manifestó que para el migrante venezolano la xenofobia ha sido un tema complejo, cargado de tristeza. “Que mal que algunas personas hayan robado porque nos dañan la imagen. Y eso es algo, que me hizo recordar de nosotros mismos en el exterior, puesto que por algunos colombianos que delinquen con drogas, nos dañan la imagen a nosotros también. Tal cual les está pasando a ellos. Justos pagan por pecadores”, mencionó.
Jiménez Cortés, además, destacó que “la xenofobia en Colombia, es parte del Código Penal de la Ley 1482 de 2011. La discriminación es un delito muy grave”.
También dijo: “Hemos podido identificar en los inmigrantes, un porcentaje de personas que se suicidan, sufren al leer comentarios, muchos expresan que ‘no son de aquí ni de allá’. Otros pasan por circunstancias difíciles para poder tener sus documentos de identificación, no tienen dinero para alimentar a sus hijos”.
Enfatizó que, pese a que existen muchísimas estrategias para atender casos de xenofobia, estas no han sido suficientes. “Los recursos que se han gastado en esto han sido muy bajitos. La mayoría de programas que se han implementado por parte del Estado han sido financiadas por cooperación internacional. Ha habido un cambio muy grande entre el Gobierno central anterior, a esta actual administración. En el Gobierno pasado había todo un equipo de personas dedicadas a este tema”.
Sobre la actuación del Gobierno Petro en este tema indicó: “Lo primero que hizo el presidente fue acabar con ese equipo. Ya no existe. No tenemos a nadie que lo maneje, supuestamente Cancillería, pero desde Cancillería no tienen esas funciones. No hay equipo todavía”, dijo.
“También la cooperación internacional disminuyó por los temas bélicos internacionales, casos como Siria, Ucrania, Palestina”, resaltó.
No obstante, puntualizó que “desde la Alcaldía de Bogotá sí se ven los intentos de mejorar esta situación, pero hasta ahora está empezando por el cambio del gobierno local”.
Finalmente, la directora indicó que la migración, en vez de ser un problema, es una oportunidad. “Las migraciones generan crecimiento socioeconómico en todos los países, trae consigo nuevas ideas, nuevos entendimientos, triunfos y propósitos. La migración hay que aprovecharla”, concluyó.
“Pedagogía para evitar el rechazo”
Asimismo, este Diario habló con Ramiro Leguízamo, docente de la Universidad Central, magíster en Relaciones Internacionales y Comunicaciones, y en Intervención en Sistemas Humanos.
Ante la interrogante: ‘¿qué tan xenofóbico pueden ser los colombianos?’, dijo que no se caracterizan por ser xenofóbicos; sino que, lo que más se ha vivido en los últimos años en Colombia son brotes de ‘aporofobia’.
“Digamos la repulsión hacia la comunidad vulnerada o pobre. Y en este caso se podría hablar de xenofobia hacia los venezolanos, precisamente, como una ‘aporofobia’ hacia el inmigrante venezolano que tiene unas condiciones económicas o socioeconómicas más vulneradas porque ellos se han visto obligados a sobrevivir en un país que es ajeno”, argumentó.
Por otra parte, señaló que la legislación en Colombia para tratar este tema no está funcionando, dado que las políticas de inmigración son débiles, no están bien constituidas. “Por ejemplo, no solo es decir, abrimos fronteras para nuestros hermanos, los venezolanos, que vengan aquí”.
Comentó que “en el ámbito laboral algunos empresarios −no hablo de todos−, pero muchos empresarios prefieren dejar de contar con la mano de obra nacional, contratan a un inmigrante, le pagan mucho menos y lo explotan laboralmente. Le pagan menos de lo que le pagarían a un colombiano. Tampoco los vinculan a los beneficios que exige la Ley. No hay garantías”.
“Eso también genera ciertos brotes de rechazo hacia la población inmigrante de Venezuela y suceden en todos los ámbitos”, concluyó.
Pese a considerar que la migración puede traer consigo altos niveles de xenofobia, los expertos coinciden en que Colombia no es un país xenofóbico y comparten que debe existir pedagogía desde los gobiernos en este tema para evitar la violencia y el rechazo contra la población migrante.
Ana Karina García, abogada, especialista en Gobierno y Gestión Pública, y directora de la Fundación Juntos Se Puede, quién a través de la organización busca mitigar el impacto de la migración, concientizar a los migrantes venezolanos en su proceso de transformación social y humana, y crea espacios para que puedan expresar libremente sus preocupaciones, dijo que “la xenofobia no es la cotidianidad del colombiano”.
Sin embargo, mencionó que “desde la Fundación hemos podido detectar que muchas veces los conatos de violencia en los territorios comienzan a desarrollarse debido a las tendencias de las narrativas políticas o de la mala información de los medios. Es una narrativa impuesta que empieza a penetrar, y no automática contra la población que llega”.
Además, señaló que “la fortaleza de la legislación contra la xenofobia es muy poca en Colombia, ya que los procesos de justicia son muy lentos. Consideró que le falta desarrollo todavía”.
Finalmente, lamentó que en términos del Gobierno nacional “ha habido solo campañas de aire, pero no hay políticas profundas contra este tema”.
“Gobierno Petro quitó relevancia al tema migratorio”
EL NUEVO SIGLO habló con Ronal Rodríguez, vocero e investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, sobre las repercusiones de la xenofobia y cómo Colombia lo afronta.
EL NUEVO SIGLO: ¿Qué tan grave es la xenofobia en Colombia contra la población venezolana?
RR: El tema de la xenofobia es un tema que en Colombia no se presentó como, por ejemplo, en Perú que es quizá el país de la región que peor recibió la migración venezolana.
En Perú, la xenofobia, tanto de las autoridades como de la población en general, tiene una dinámica contraria al fenómeno de movilidad proveniente de Venezuela.
No podemos negar que, por un lado, declaraciones de altos dignatarios del Estado colombiano en algunos momentos y, particularmente de gobiernos locales, han causado flujos de xenofobia importantes, como el caso de Claudia López que en su momento llegó a expresar alusiones xenofóbicas.
Hoy lo tenemos con el alcalde de Bucaramanga, quien utiliza un discurso lleno de estereotipos.
ENS: ¿Considera que sí está funcionando la legislación en Colombia contra este tipo de discriminación hacia la población migrante?
RR: La ley contra la discriminación, la xenofobia y el racismo, fue impulsada por el Congreso y existe en Colombia. Por ejemplo, amparada en esa ley fue el cambio de comportamiento que se dio con el caso de Claudia López; no obstante, todavía los funcionarios no tienen presencia o no tienen claridad sobre la dinámica de esta ley. Ahí creo que hace falta un poco más de pedagogía.
ENS: En Colombia, ¿qué tanto el factor delincuencial es una excusa para justificar actitudes xenófobas hacia los migrantes venezolanos?
RR: Hay dos vertientes muy fuertes de discriminación hacia la población venezolana: una es, sin lugar a duda, el tema de la criminalidad. La criminalidad es un instrumento que se suele utilizar para señalar y estigmatizar a la población venezolana. Muy pocas veces se reconoce que la población venezolana es víctima de reclutamiento forzoso por parte de organizaciones como el Eln o las disidencias de las Farc, pero también por organizaciones delincuenciales, es decir, hay organizaciones que reclutan a la población venezolana para decir que son del ‘Tren de Aragua’ y así no sean del ‘Tren de Aragua’, obviamente generan este mito.
Ahí hay una dificultad grande porque las autoridades, lamentablemente, caen en la trampa y muchas veces estigmatizan a la población venezolana. En el caso de Bogotá, me llamó la atención como las primeras ruedas de prensa en materia de seguridad del alcalde Galán, estaban dirigidas a organizaciones criminales venezolanas, cuando la participación de las organizaciones criminales venezolanas en todo lo que es el entramado delincuencial de Bogotá no es tan significativa.
El segundo gran componente que genera estigmatización en contra de la población venezolana es de carácter sexual y es contra las mujeres venezolanas. La sexualización o la hipersexualización de la mujer venezolana es un elemento de xenofobia muy fuerte que afecta la vida de la población que está en condición de movilidad humana que tiene impacto social muy grande y que ocurren todos los segmentos sociales.
Tengo estudiantes venezolanas que han sido víctimas de discriminación donde sus compañeras las sexualizan y venden la imagen de que la mujer venezolana es “una mujer fácil”, “una mujer que no se respeta”, una serie de estereotipos que son muy fuertes.
ENS: ¿Qué políticas o estrategias se conocen que se hayan implementado para encontrar una solución eficaz y permanente ante este flagelo?
RR: Respecto a políticas, hay un tema que es fundamental y es que la integración debe trabajarse en las instituciones educativas. Estas son un primer espacio de construcción social.
Hay que trabajar mucho, sobre todo en los profesores y las directivas escolares. Ahí es donde se presenta un mayor nivel de xenofobia, en el espacio público. En la educación pública y privada hay profesores que lamentablemente tienen comportamientos, altamente xenófobos y que terminan generando comportamientos que afectan el proceso de integración de esos niños, niñas y adolescentes y de sus familias en Colombia.
Colombia era un país que venía avanzando mucho en la recepción de la dinámica migratoria que tenía un puesto ganado a pulso por la respuesta que habíamos dado con Venezuela.
Tristemente en los últimos años ha retrocedido en el orden nacional, y de esto es responsable el gobierno de Gustavo Petro quien le quitó relevancia al tema migratorio y quien maneja la política migratoria como una política de segunda o tercera, cuando es uno de los grandes debates globales hoy en el mundo