Lentamente el conflicto entre la población de los municipios de Puerto Triunfo, Puerto Salgar y la Dorada, las especies nativas y los hipopótamos, zona donde actualmente deambulan libremente los cerca de sesenta individuos, va tomando relevancia en la vida nacional. Durante estos cerca de treinta años las preocupaciones reales estaban concentradas en los efectos negativos que esta especie introducida ilegalmente le causaban al ecosistema, a su fauna y flora, muy a pesar de las trágicas cifras procedentes del continente africano donde son los causantes de una importante cifra de muertes, los humanos de esta parte del Magdalena medio convivían con cierto grado de tranquilidad hasta el pasado 11 de mayo, cuando uno de ellos vulneró la integridad física del lugareño Luis Enrique Flórez, poniendo en riesgo su vida y, como consecuencia transmitiendo la sensación de inseguridad a quienes comparten el territorio con los grandes mamíferos, lo que antes era una probabilidad hoy es una realidad, su fama de peligrosidad ha sido corroborada.
El hipopótamo que habita el Magdalena medio colombiano pertenece a la especie común (Hippopotamus amphibius), mamífero artiodáctilo, esto es que sus extremidades terminan en cuatro pezuñas, se aparea en el agua o en la tierra, al nacer pesa alrededor de cuarenta y cinco kilos, amamanta en los dos medios, las hembras tienen una cría cada dos años, con un periodo de gestación de cerca de doscientos días, eventualmente puede tener gemelos.
Herbívoro en su dieta, a pesar de tener un estómago con tres divisiones no es un rumiante, tiene una piel gruesa, lisa y con poco pelo, vive cerca de cincuenta años, llegando a pesar cerca de tres mil kilogramos y a medir hasta cinco metros, permanentemente produce una secreción que tiene como propósito principal la de servir de protector solar y combatir las bacterias que se desarrollan en su cuerpo.
A pesar de ser uno de los animales terrestres más grandes, superado solamente por el elefante y el rinoceronte, puede desarrollar en su punto máximo velocidades de hasta cincuenta kilómetros por hora, su hocico se abre hasta ciento cincuenta grados llegando a medir un metro, sus colmillos llegan a medir hasta cuenta centímetros, habitualmente su cuerpo permanece sumergido, sienten devoción vital por el agua, razón por la cual los griegos los llamaban caballos marinos; permanecen hasta diez y seis horas sumergidos, son muy buenos nadadores aguantando la respiración hasta cinco minutos bajo el agua, siendo usual que mantengan la parte superior de la cabeza en la superficie, donde tienen las orejas, los ojos y los orificios nasales, eso les facilita mantener el control del área donde se encuentran.
Suelen pastar desde el atardecer, es una especie noctambula, consume hasta cuarenta kilos de hierba, hace recorridos hasta diez kilómetros para alimentarse, al sentirse amenazado busca el cuerpo de agua más cercano, un dato para no olvidar, la presión de su mordida se estima en mil ochocientas veintiún libras por pulgada cuadrada. Es un gran ingeniero.
En la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza se encuentra catalogada como especie en estado vulnerable, lo que significa que teniendo en cuenta la mejor evidencia disponible, la especie está enfrentando a un riesgo de extinción alto en estado de vida silvestre. Queda presentado en sociedad.
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