HORACIO GÓMEZ ARISTIZÁBAL | El Nuevo Siglo
Domingo, 21 de Septiembre de 2014

David Barguil y el conservatismo

 

Repetía Churchill que la política no se creó para llevar a los pueblos al cielo, sino para evitar que cayeran en el infierno. El Parlamento es el pulmón de la democracia. El peor de los congresos es preferible a la mejor de las dictaduras. Hay que distinguir entre el politiquero y el conductor, el demagogo y el estadista. En algunos de mis libros afirmo: “El buen Congreso es la inteligencia que delibera, el Ejecutivo es la voluntad soberana que ejecuta y el poder Judicial es la conciencia que sanciona”

A pesar de su juventud, David Barguil, nuevo presidente del Directorio Nacional Conservador, se ha distinguido por sus meritorias ejecutorias. Se le consideró en un momento como el primero entre los mejores estudiantes. Siendo adolescente defendió con ardor los ideales de la derecha y supo conquistar al pueblo para llegar al capitolio como calificado representante. Varias leyes han sido de su autoría.  Al llegar por segunda vez a la Cámara de Representantes, Omar Yepes lo propuso para que dirigiera el Directorio Nacional Conservador.  En el confuso debate electoral que reeligió a Santos como presidente, con altivez y decoro luchó por la dignidad del conservatismo y fue uno de los exitosos líderes en el noble empeño de lograr una poderosa votación en la escogencia de parlamentarios. Superamos al partido liberal. En las cifras presidenciales, la derecha contabilizó siete millones de votos, sorprendiendo a todo el mundo por el enorme caudal, sin presupuestos, sin radio, periódicos y sin televisión.

Ojalá, en su carrera de aciertos, David Barguil logre mantener en lo posible la fuerza azul. Álvaro Gómez decía que la nación era conservadora, pero a la hora de votar, ganaba el liberalismo. Son muchos los desafíos que nos esperan.

Las reformas constitucionales que promueven gobierno y liberales son inaceptables. Si el Presidente y parlamentarios eligen a los magistrados de la Supercorte -juzgadores de aforados-, tendremos una institución politizada, manipulable y fatalmente el elegido mantendrá un nexo de dependencia con quien lo elogio. Sera un remedio del fracasado Consejo de la Judicatura. Si el Presidente escoge al Procurador, perderá independencia, majestad, dignidad, autonomía y respetabilidad.

Todas las democracias fuertes -EU,  Alemania, Gran Bretaña- separan las elecciones para los altos dignatarios. Los norteamericanos rotan el Congreso cada dos años. Si el día que se eligió a Santos hubiéramos seleccionado senadores, representantes y gobernadores, la locomotora del Ejecutivo hubiera convertido en vagones a todos los que venía detrás. Unificar el calendario electoral atenta contra la autonomía local y las minorías. En la academia y la experiencia se es de esta opinión.

Nada se ha propuesto para el drama de la descongestión. Urge despenalizar comportamientos, introducir en toda Colombia la ley de causas menores, que notarios, jueces pensionados y catedráticos dicten sentencias. Nadie vigila el rendimiento de los funcionarios. ¿Por qué unos trabajan con enorme dinamismo y otros parecen mulas muertas?. La crisis de la justicia hizo crisis y esa crisis tocó fondo. Según las encuestas, hoy está más desacreditada la justicia que el Parlamento.

 

En la comisión de “Absoluciones”, nadie activó una sola demanda de las 1.300 formuladas contra magistrados cuestionados.

Los Villarraga, los Rojas y otros corruptos hicieron gran daño.