HORACIO GÓMEZ ARISTIZÁBAL | El Nuevo Siglo
Lunes, 9 de Abril de 2012

Una fecha aciaga

EL 9 de abril de 1948 hubo un mártir y surgió un héroe. Infame el atroz magnicidio del colosal tribuno del pueblo, Jorge Eliécer Gaitán. Y de proporciones épicas la entereza moral del presidente Mariano Ospina Pérez, al responder con serenidad a quienes le pedían la renuncia como gobernante de Colombia: “Para la democracia colombiana es preferible un Presidente muerto, a un Presidente fugitivo”. Como las balas penetraban al recinto, el ministro Joaquín Estrada Monsalve propuso cambiar de lugar el escritorio y el doctor Ospina Pérez afirmó: “Hoy como de costumbre oí misa y comulgué. No acepto cambiar de sitio. Si he de perder la vida, quiero morir cumpliendo con mi deber”. Son estos gestos impresionantes los que le dan dignidad y grandeza a un pueblo. Un mandatario no es un simple dignatario es el “símbolo de un pueblo”.

Es injusta la leyenda maniquea según la cual, en las feroces contiendas de las muchedumbres, unos son los buenos y otros los malos. En 1946 se repitió la historia de 1930. Los dos gobiernos tenían el ejecutivo, pero los parlamentos eran hostiles. Esto originó una sangrienta rivalidad. Los victoriosos propusieron consolidarse a como diera lugar. Los derrotados, mayorías fragmentadas, aspiraron a rescatar inútilmente el poder. Urdaneta Arbeláez acuñó una frase famosa: “Los ganadores creen que lo ganaron todo y los que perdieron creen que no han perdido nada”.

Antes del 9 de abril de 1948, el país estaba en el ojo del huracán. Gaitán terminaba sus arengas en el Teatro Municipal -los famosos viernes culturales- con tres explosivos gritos: Contra la corrupción, a la carga… Y salían las multitudes enardecidas a lanzar piedras contra el periódico El Tiempo. En esa época los adversarios de Gabriel Turbay lo hirieron en Cali y Medellín. Los cuerpos colegiados -concejos, asambleas y Cámara- le declararon la guerra a muerte al gobierno conservador. El prestigioso líder liberal Enrique Caballero Ecovar afirmó: “El 9 de abril murieron más colombianos que en una guerra civil”. Sí, pero las víctimas fueron los azules, pues el liberalismo “en estado de ira e intenso dolor” reaccionó contra los conservadores pensando que eran los autores del absurdo asesinato de Gaitán, lo que no fue cierto. Este horripilante crimen dividió la historia del país en dos etapas. Antes y después del 9 de abril, ya que los seguidores de Gaitán -Eliseo Velásquez, Guadalupe Salcedo y otros- iniciaron la guerrilla con el apoyo de la Dirección Nacional Liberal. Sólo el Frente Nacional, creado por Laureano Gómez y Alberto Lleras Camargo, acabó con la violencia partidista. Se superaron las hegemonías y los gobiernos excluyentes de partido. Laureano Gómez exclamó: “Todos nos equivocamos… Hay que insistir en lo que une y no en lo que divide”. Liberales y conservadores somos ramas de un árbol poderoso que es Colombia. Ojalá nunca volvamos al sectarismo.