Hugo Quintero Bernate | El Nuevo Siglo
Martes, 19 de Mayo de 2015

Extradición, otra vez

 

Informaba El Nuevo Siglo que en la Comisión Asesora para la Política de Drogas en Colombia se recomendó, entre otras cosas, el ajuste de la extradición al nuevo enfoque de la lucha contra las drogas, ahora que esta se asumirámás como tema de salud pública que como simple problema criminal.

Cualquier modificación al tema de la extradición es sano. En materia de narcotráfico los extraditables pasaron de preferir una tumba en Colombia a una celda en los Estados Unidos de América, por lo cual hicieron una guerra contra el Estado y compraron una constituyente, a exigir una negociación en ese país para no someterse a un largo y dilatado proceso penal en Colombia.

La ley colombiana ya entregóuna respuesta normativa a esa exigencia de los narcos nacionales y de la DEA estadounidense. Unos y otra viven afanados por hacer negociaciones en Estados Unidos para convenir penas y entrega de bienes por delitos cometidos en su gran mayoría en territorio nacional. Desde la reforma introducida por la Ley 1453 de 2011, los narcos (y cualquier solicitado) tienen a su disposición la extradición simplificada, para que puedan irse, tal como quieren: rapidito.

La extradición que formalmente es un mecanismo de cooperación internacional en la lucha contra el delito, en el caso colombiano siempre ha sido una “colaboración”de una sola vía. Como ciertos cohechos.

Colombia es el primer exportador de nacionales a través de la extradición. Cada Presidente de la República, incluido el actual, muestra con orgullo la cifra de extraditados como un indicador inequívoco de su compromiso en la lucha contra el narcotráfico. Pero los conocedores del tema saben que no hay nada más mentiroso que ese dato.

La extradición que era la única herramienta a la que le temían los narcos, hoy se convirtióen un negocio de gana-gana que involucra tres vértices: abogados gringos, muchas veces exfiscales o exagentes de la DEA; agentes de la DEA que obtienen un “positivo”por hacer someter a “su blanco”; y, los propios narcos que logran un arreglo que siempre es obviamente mejor que cualquier proceso en Colombia, donde no se les puede reconocer ningún beneficio.

El Tesoro de los Estados Unidos de América también gana, porque el Tío Sam no tiene ningún reato moral para recibir los dólares y los bienes de los narcotraficantes que siempre van asociados en cualquier negociación. Porque como en el cuento del Rabino: Moses is Moses, but business is business.

Tienen razón los de la Comisión, la extradición hay que reformarla. Y la primera reforma es desnarcotizarla. La institución no puede seguir siendo un simple proceso notarial adelantado en la Corte Suprema, sino que deben poderse atender por los jueces colombianos, no solo asuntos de forma, sino, sobre todo de fondo.

De esa manera podrían evitarse injusticias como la del vendedor de plátanos de Barranquilla o la de otros que aunque inocentes han sido obligados a firmar acuerdos de culpabilidad por delitos menores, para esconder la responsabilidad estatal norteamericana. Sería un buen paso para dejar de ser la colonia que somos.

@Quinternatte