Se nos está haciendo tarde para reconocernos y hermanarnos. La razón para ello radica, creo yo, en el nivel de consciencia que hayamos alcanzado, en los aprendizajes que cada quien haya efectuado. Hemos atravesado ya la sobrevivencia, en la que es preciso matar para conseguir alimento. Aprendimos que para defender nuestra propia vida es preciso asesinar y eso, que consideramos bárbaro, premoderno, sigue ocurriendo aquí y ahora. Millones de humanos en todo el mundo sobreviven en condiciones de miseria, anclados en el instinto. Luego aprendimos que podíamos buscar armonía en el mito y en la magia: construimos la polarización entre el bien y el mal, y la usamos a la conveniencia de nuestra tribu para garantizar la vida. Después descubrimos que en la jungla sobrevive el más fuerte; nos hicimos más egocéntricos, nos separamos de la tribu y reconocimos que el control por la fuerza da sus frutos, que podemos avasallar al otro y tomar lo que tiene. Supimos hacer alianzas entre fuertes, controlando a los débiles.
Aprendimos luego a poner orden a la barbarie, desde una verdad absoluta. Nos inventamos que quienes poseen esa verdad se salvan y pueden llevar a la hoguera a los diferentes, lo cual sigue ocurriendo. Luego de ello, aprendimos que la verdad no venía de las alturas, sino que la construimos desde el pensamiento racional: nos inventamos la lógica de mercados, avalada por la ciencia, y que las cosas existen porque se pueden medir, pesar, cuantificar y vender. Aprendimos a explotar los recursos naturales, a generar desde ello riqueza para algunos y pobreza para muchos. Todo esto pasa aquí y ahora. Tras ello, estamos aprendiendo a respetar la naturaleza, a ser más considerados con el entorno, a cuidar el medio ambiente, a cuidar del otro y reconocerlo como par, así piense diferente.
Lo que necesitamos que ocurra en Colombia luego del 2 de octubre es que sigamos aprendiendo a reconocernos con nuestras historias, para empezar a construir paz. Algunos no podrán ni querrán aprender, pues su nivel de consciencia se los impide. Muchos haremos el esfuerzo de incluir al diferente, que pasa desde el guerrillero y el paramilitar reinsertados hasta el cómodo terrateniente, desde el habitante de calle hasta el empresario que le teme. La construcción de paz no es tanto de color político o asunto de ideología, como de grados de comprensión de la vida, niveles de consciencia. Solo una consciencia que valore al otro lo hará posible. Solo quien reconozca en sí mismo todos los niveles de consciencia anteriores podrá hacerlo.
Recomendación: la película documental Human, de Yann Arthus-Bertrand, que muestra a la humanidad tal y como es. Gran iniciativa de GoodPlanet, presentada en la Red Nacional de Bibliotecas.