“Prudencia, buen seso, juicio”, son, según el “Diccionario de la Academia Española” elementos de la “cordura”. Todo esto es lo indispensable, en Colombia y en el mundo, ante la dolorosa situación en que nos tiene sorpresiva pandemia y las medidas que toman los responsables de decidir en busca del bien general de las naciones.
Fatigosa resulta la crónica de los gravísimos daños en todo el orbe, y las tan contrastantes actitudes de las personas de toda clase social ante estas alarmantes situaciones y los efectos de las medidas, a veces drásticas, que se toman. Es indispensable aceptar la necesidad de una acción conjunta, con solidarios sacrificios dentro del sano propósito de que detengan, y ojala plenamente, estas destructoras y mortales situaciones. Sería más agradable hablar de otros temas, pero siendo tan grave la situación, siento el deber de contribuir con una palabra más al ambiente de cordura que reclama el bien general.
Ante tan distintas reacciones que percibimos, lo primero que vino a mi mente fue hacer un llamado a obrar con “serenidad, solidaridad y confianza”, al afrontarlas. Ahora siento la necesidad de convocar a urgente y salvadora cordura. Es que obrar sin ella es “falta de seso” y “juicio”, que en tantas personas faltan, y obrar con mesurada “prudencia” en el análisis de lo que acontece, y de las medidas que se toman. Se olvidan, algunos, de que el verdadero culpable de todo esto es invisible y no identificado “virus”, y, por ello, se dedican a lanzar dardos, y aún persecución, a quienes con peligro de su salud se dedican a atender contagiados o a tomar las medidas que estiman necesarias para frenar ese mortal enemigo.
Ya he mencionado actitudes nada acordes con lo que creo benéfico que es preciso asumir, con sensatez y buen juicio. Es que, además, hay gentes que, aún en medio de esta calamidad común, siguen perpetrando crímenes, o buscando aprovecharse de las mismas ayudas que otros generosamente dan, o pensando en efectuar hechos corruptos, o juzgar a dirigentes como si obraran solo por “cálculos electorales”, excusándose, así, de dar oportunas colaboraciones. No faltarán quienes lo hagan bajo esas pequeñas miras, lo cual es indispensable frenar, y, en cambio, obrar solidariamente unidos en causas comunes limpias y generosas.
Dentro de la “cordura”, en que venimos insistiendo, entra volver a invitar a la “solidaridad”, tan contraria al egoísmo. Realmente en estas circunstancias o nos salvamos todos, o al menos la mayor parte, o nos hundimos todos. Es preciso, ante los sacrificios que se nos piden, pensar con cabeza fría, y no por sentimientos primarios como que quienes piden privaciones y esfuerzo comunes sean los enemigos y no la pandemia, que, si no la afrontamos, con decididos esfuerzos y sacrificios generales, seguirá creciendo indefinidamente, y llevándose millares y millares de seres humanos.
Que sigan los gobiernos, claro está, no sólo con pequeñas actuaciones para evitar críticas, sino determinaciones lo que, bien consultado con serios expertos, sea lo más efectivo. Que sigan los científicos avanzando en productos que ataquen el mal, serenos dirigentes calmando a los fogosos, y que todos nos empeñemos en aportar lo que sea de verdad en bien de todos. Es explicable que ante situaciones extremas haya descontrolado actuar de algunos, pero es lo prudente y sabio la general convocatoria a “indispensable cordura”.
*Obispo Emérito de Garzón
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