Infocracia | El Nuevo Siglo
Jueves, 2 de Junio de 2022

Los resultados de la primera vuelta para la elección presidencial muestran que la democracia requiere un profundo replanteamiento y que la sociedad reclama cambios estructurales, a los que no se puede dar la espalda.

El filósofo coreano Byung-Chul Han en su reciente obra Infocracia, describe en forma magistral los efectos de la digitalización en las sociedades y la crisis que experimenta la forma democrática de gobierno.

La historia ha hecho tránsito al régimen de la información, más allá del propio de la disciplina, en el cual la posibilidad de acceso al mar de datos y al uso de la inteligencia artificial, generan una falsa sensación de libertad a los individuos, que nunca como antes resultan esclavizados, pues imperceptiblemente están bajo el control y la dependencia de la tecnología y de los influencers.

La capacidad de dialogar y de construir conocimiento se debilitan, pues prevalece la reacción de la mera inteligencia respecto de la racionalidad, ante la rapidez y la cantidad de información que circula por los medios digitales. La emotividad se impone al momento de tomar decisiones, adecuándose la sociedad a un estado de diversión y entretenimiento que concibe como esencial.

La deliberación pública, clave en la democracia, se debilita.  Los likes constituyen una forma de asentimiento en la nueva liturgia de lo digital, dentro de la cual la persona, sintiéndose escuchada y feliz, se diluye en una forma de masificación que ya no requiere adoctrinamiento ideológico ni profundidad teórica. Los tik toks sustituyen los discursos; las imágenes y los caracteres que caben en un mensaje simplifican la comunicación, hasta lograr que se debilite, perdiendo contenido y reconocimiento del otro.

Lo que cuenta en estos tiempos es la información sobre los hechos, por lo que la verdad se relativiza y sustituye por aquella.  Más que mentiras, se instauran nuevas verdades, que se asumen como ciertas en el ámbito de lo digital, sin que haya posibilidad de controversia. Trump instauró en el gobierno ese esquema y ahora Putin lo sigue. Las ideologías poco importan, mientras el mensaje se imponga y conecte con un público expectante de consumir datos.

Los dataistas consideran que la humanidad ha llegado a un punto en que la información le permitirá a la humanidad tener un conocimiento pleno de la sociedad. La democracia de partidos - diríamos representativa- dejará pronto de existir, dando paso a una infocracia, como posdemocracia digital.

Es hora de sustituir a los políticos por técnicos, informáticos e ingenieros que administren a la sociedad, más allá de ideologías y de los intereses del poder. Las decisiones públicas deberían tomarse con base en la inteligencia artificial y utilizando big data: “No más discurso y más comunicación, sino más datos y más algoritmos inteligentes, es lo que promete la optimización del sistema social y hasta la felicidad de todos”.

“Hoy vivimos presos en una caverna digital, aunque creamos que estamos en libertad. Nos encontramos encadenados a la pantalla digital…En el orden digital, la verdad deja paso a la fugacidad de la información. Hoy vamos a tener que conformarnos con la información. Es evidente que la época de la verdad ha terminado…”

Un grito libertario se requiere desde ya frente a la autocracia digital. Es necesario apropiar la tecnología y la información para la felicidad de la humanidad, pero sin que esta se someta a sus designios.

Es el tiempo en que más diálogo social se exige. Deliberar para construir una política humana, reflexionar por una ética renovada y actuar por una sociedad capaz de identificar lo verdadero y de construir consensos que la liberen por la dignidad, en justicia e igualdad.