Jaime Alberto Arrubla Paucar | El Nuevo Siglo
Jueves, 26 de Febrero de 2015

Para poder morir dignamente

 

Hace 18 años la Corte Constitucional descriminalizó el homicidio por piedad y conminó al Congreso de la República para que legislase sobre la eutanasia. Han pasado los años y no hemos visto esa reglamentación legal de uno de los  derechos fundamentales del ser humano, directamente relacionado con el derecho a la vida, a tal punto que son  la cara y el envés del mismo fenómeno, los dos sucesos que necesariamente tienen que ocurrir en la existencia de  todas las personas.. 

Con muchas dificultades se consiguió sacar adelante la Ley Consuelo Devis  sobre cuidados paliativos, muy a pesar de los tropiezos que causaron las objeciones presidenciales, afortunadamente  hoy cuentan los colombianos  con un instrumento que puede ser valioso cuando llegan las horas aciagas de la existencia.

Ahora conmina nuevamente la Corte Constitucional no solo al Congreso para que reglamente, sino al ejecutivo para que expida, en un término de treinta días, unas instrucciones que contengan las reglas del juego y los protocolos, para que las personas que afrontan una enfermedad terminal que les causa graves padecimientos, puedan retirarse de este mundo, de manera digna y sin sufrimiento, con el apoyo de los hospitales y centros asistenciales. Tal como lo observamos hace poco en el Estado de Oregon, uno  de los cinco que en los Estados Unidos permite la eutanasia, a la Sra. Brittany Maynard, diagnosticada con cáncer cerebral, con un pronóstico de seis meses de vida con graves padecimientos, y decidió ahorrarlos  y morir tranquila al lado de los suyos.

Suscita inquietud que el Congreso de la República, llamado a ser la resonancia en temas tan cruciales, como este, la unión de parejas gay, el aborto, etc., no asuma  la discusión sobre los mismos, al punto que ya la Corte Constitucional, prefirió obviarlo y acudir directamente al ejecutivo para la reglamentación. ¡Como el Congreso no atendió que lo haga el Presidente! Lo propio sucede con las uniones de parejas gay, cuyo término para la reglamentación legal está de plazo vencido y muchos otros temas importantes para la Nación.

Se dice que estos asuntos ponen en el filo de la navaja a los políticos, que a veces no saben si les dan o les quitan votos, además, del ingrediente religioso que siempre actúa cuando ello se debate. La realidad es que estos contenidos no tienen color político; población LGBT hay en todos los partidos políticos y si algunos defendieron la pena de muerte en la historia del país fueron precisamente los conservadores. Ahora lo que está en juego es el derecho a la vida y a su final digno. Que la persona enferma terminal escoja cómo quiere abandonar el mundo, si rodeado de los mejores cuidados paliativos, en compañía de su familia, en su casa, sin intervenciones médicas heroicas y sin aislamientos innecesarios en las unidades de cuidados intensivos. O si prefiere hacerlo afrontando los padecimientos y dolores de su última enfermedad, aislado de los suyos y en su lugar rodeado de máquinas en un hospital, intentando inútilmente prorrogar su existencia. Es cuestión de gustos, pero que los colombianos podamos decidirlo.