JAIME ALBERTO ARRUBLA PAUCAR | El Nuevo Siglo
Jueves, 9 de Mayo de 2013

Democracias formales

 

Lo que está pasando en la vecina República de Venezuela es altamente preocupante. La democracia se fundamenta en el sufragio universal y su ejercicio supone dos elementos esenciales: el voto popular y su conteo para poder establecer quien es el ganador.  Las cuentas claras de la votación dan legitimidad al proceso electoral y se deben agotar todos los mecanismos tendientes a que se disipen dudas, exista  claridad y transparencia. Eludir los controles, alegar ausencia o vacío legal para un reconteo, que es algo implícito en el proceso, son subterfugios que no contribuyen a brindar confianza pública.

La oposición, además, es un derecho de la ciudadanía, se deben brindar los instrumentos para poder ejercerla en forma pacífica e integral. Exigir como requisito a la oposición para que pueda actuar, el reconocimiento a priori de un resultado electoral no confrontado es todo un despropósito.

Es por lo menos bochornoso lo que hemos visto, cuando el Presidente de la Asamblea Nacional no da la palabra siquiera a los diputados del partido opositor aduciendo que no han reconocido los resultados recientes electorales que no han sido verificados.

Las amenazas de penalizar a los miembros de la oposición es otro ataque a la democracia. La amenaza señalando que la cárcel está lista, para quienes expresan su descontento con unos resultados no verificados, es una coerción indebida, que configura una falta más grave, que la que  dicen se observa en la oposición.

Pero más grave aún es el silencio de la comunidad regional de naciones, donde se están estableciendo una serie de solidaridades más allá de los principios que fundamentan la democracia e inspiraron la Unión Interamericana. Como una fiebre recorre la región, la idea de perpetuarse en el poder y considerarse como el líder ungido para gobernar, sin permitir la alternatividad democrática. Muy a la  manera cubana, la maña de no soltar  bajo ninguna circunstancia el gobierno que se detenta.

Flaco favor les estamos haciendo a nuestras democracias.   Apenas quedan unas apariencias formales de éstas, unos polvos de democracia. Se hace un remedo electoral para justificar un formato de ellas, cuando en el fondo lo que se encierra es un ejercicio abusivo del poder y una ausencia de la real y verdadera de igualdad de oportunidades. Qué lejos estamos de una  democracia real y no formal.