Jaime Pinzón López | El Nuevo Siglo
Miércoles, 6 de Enero de 2016

Cada año peor en enero

“A diario sube el estrés colectivo”

 

Lo sabemos, cada año todo sube en enero y en el 2016 que no pinta, las cuentas de arriendo, administración, teléfonos, agua, gas, luz, salud,  seguros, matrículas de colegios, universidades, el valor de la canasta familiar,  vienen reajustadas por encima del  siete por ciento, más que el aumento del salario mínimo por el cual muestran inconformidad los sindicalistas. Las tarifas de chequeras,  tarjetas de crédito, préstamos de consumo, transporte, vestuario,   medicamentos,  gasolina y peajes treparon cuando ni siquiera habíamos terminado de dar y recibir los abrazos de año nuevo.

 

Lo anterior se vincula con la devaluación del peso y el incremento del dólar, de los tiquetes aéreos, de los insumos de artículos de primera necesidad y el precio de los importados.  Los formularios del predial, más que indicativos obligatorios, no tardan en llegar simultáneamente con los impuestos de vehículos.

 

Aquí gobernar es  imponer, aumentar y cobrar cargas tributarias, excederse en  el gasto público, el cual crece -recuerdo  que la cumbre presidencial de Cartagena de hace tres años, costo cincuenta millones de dólares- y no descansan los funcionarios que van y vienen,  viajeros ostentosos e incansables, por cuenta de los contribuyentes a quienes nos convocan para aportar al posconflicto, sacrificio que ninguno podrá evadir, ni siquiera los desempleados, porque se trata de la paz, del plebiscito de ratificación del acuerdo de La Habana y de la “carencia” de recursos de la guerrilla para el pago de indemnizaciones, ubicación de sus miembros en áreas pactadas y el Estado es  responsable de las erogaciones que ello demande.

 

Los respetables sabios y sabias de la comisión designada para proponer  nueva reforma tributaria,  lanzan la iniciativa de elevar el IVA, (Impuesto de Valor Agregado) en dos o cuatro puntos, es decir  pagaremos más para disminuir el consumo con  apretada de cinturones. El cuatro por mil del dinero en cuenta corriente pasaría al seis por mil. Unos parlamentarios sugieren acabar la moneda en billetes y llenarnos de fraccionario. El gobierno insiste en vender Isagén para culminar el programa de infraestructura, lo cual no queremos porque existen otros medios de financiación explicados por representantes del sector,  sin perder la empresa. Mis amigos  creen en los “tesoros” del Galeón San José, sobre ellos soy escéptico. La corrupción no para, ni los contratos del señor Fiscal que se va, parece,  de Embajador. No hemos presupuestado cuánto cuesta seguir perdiendo el mar.  Estamos en la olla.  Cada minuto escuchamos una noticia peor que conmociona y sube el estrés colectivo. ¿Quién vendrá a salvarnos?  ¿Si esto es en enero,  cómo será en diciembre del 2016? ¡Que Dios nos guarde y proteja!