Jaime Pinzón López | El Nuevo Siglo
Miércoles, 25 de Febrero de 2015

Las cincuenta sombras de Grey

 

Con base en la novela rosa erótica de la autora inglesa E. L. James, primera parte, treinta y siete millones de ejemplares vendidos, que describe la relación entre una recién graduada de la Universidad Steele y un joven magnate de veintisiete años, se exhibe una película taquillera, que decepciona. La pareja ideal de un sádico es una masoquista. En Las cincuenta sombras de Grey la situación cambia, él no deja que lo toquen y ella accede a perder su virginidad. El contrato sexual, redactado por sus abogados, que Christian propone, se ejecuta parcialmente antes de ser firmado -a la larga jamás se suscribe- y todo es suave hasta el final, cuando su novia protesta, lo repudia y lo deja, a pesar de estar enamorada. Los latigazos últimos fueron de verdad.

El tema jamás hubiera sido tratado de este modo por el marqués de Sade quien pasó treinta y siete años de cárcel como consecuencia de sus aventuras amorosas, ni tampoco por Massoch, receptor en las suyas de golpes a diestra y siniestra que le hacían disfrutar del sexo. El sadismo y el masoquismo tienen límites los cuales, al sobrepasarse, constituyen delito y afrenta social. Jamás supimos como el señor Grey se enriqueció, ni hasta dónde llegaron las dadivas tendientes a conseguir la aceptación de sus  requerimientos.  

Por fuera de la película conviene distinguir las apetencias sexuales de distinto tipo en cualquier relación, en ejercicio de la libertad personal, con  abusos  que  poco se denuncian. La doble moral de la cinta es ostensible, el vocabulario restringido, el libreto ambiguo y el tratamiento del vínculo pobre.

En Colombia los casos de violencia y maltrato de las mujeres proliferan, de embarazos no deseados, de ultraje a menores, de prostitución infantil, de abusos de toda índole, que superan cifras inimaginables, no pueden mirarse con la levedad de las sombras de Grey. Respecto de patrones de comportamiento sería bueno recordar que hace dos años fue asesinada en Alemania una mujer de veintiocho años al recibir de su pareja ciento veintitrés golpes con un puntero de madera. Su novio al ser interrogado dijo que a ambos les gustaba seguir las prácticas descritas en la novela Las Sombras de Grey.

Como también en Colombia, durante los últimos días, se ha efectuado publicidad máxima a la cinta me atrevo a comentarla de manera negativa. De otro lado nuestra sociedad necesita seguir adelante en el desarrollo tendiente a impedir y sancionar abusos de carácter sexual, los esfuerzos deben incrementarse. Ya la Iglesia Católica actúa contra los pederastas. La actividad privada del señor Grey, -lícita e íntima, según la novela y la película- contribuye a distorsiones. Ahora aparece la noticia de la renuncia de la directora de la cinta, Taylor-Johnson a trabajar en las segunda y tercera partes programadas.