Hace un tiempo escribí, para la revista española ORAR, un cuento-oración sobre el sepulcro de Jesús y la resurrección. Sobre la vida y la muerte. Sobre la oscuridad que precede a la luz. Sobre un nuevo nacimiento que se gesta en las entrañas de María, la gran intercesora de esta humanidad "agobiada y doliente''.
Hoy quiero compartir, con los amables lectores de esta columna, unos apartes de esta historia. En este cuento le pregunto a Jesús: ¿por qué se da a luz en la Cruz? y ¿qué sucede instantes antes de descorrer la piedra de su sepulcro? Instantes antes de su resurrección.
Un Jesús "hecho hombre en las entrañas de una virgen" me responde:
Detrás de la piedra es oscuridad total. Frío. Helado. Yazco en total silencio y abandono. Oscuridad, mucha oscuridad. Estoy y soy. Me fui y no me he ido. Ella está en mí y yo en ella como durante mi gestación. Ella me sostiene en la vida. Habito cada uno de sus suspiros. El cordón umbilical espiritual no se ha roto. Es un haz de luz. De luz eterna. Ella me inunda todo. Su amor me hace resplandecer. Sus lágrimas me hacen permanecer. Es ella la que late en mí cuando estoy en brazos de mi padre. Es el retorno al vientre de mi humanidad.
La luz tenue se filtra por la loza. Es el halo de un nuevo amanecer. Un volver a empezar. Ella, mi criatura predilecta, llenó de calorcito el útero de piedra. Cobijó con su amor mi infinita soledad. Arrancó las esperanzas de las mismas entrañas de la oscuridad. Ella me enamoró en la tierra y me retuvo para siempre en sus entrañas de Misericordia. ¿Puede haber entrañas más cálidas que las de una madre? Por eso la dejé en mi Iglesia. Es ella quien descorre la piedra de mi sepultura.
Es ella quien me lleva a extender los brazos, en este nuevo y definitivo amanecer de Dios en el hombre.
María está en cinta, nos lleva a todos en Jesús, en su abultado vientre. Lo rodea suavemente con sus amorosos brazos. Levanta la mirada al Padre y se deja bañar toda de la luz del Espíritu, que ha escuchado su Sí. En ella habita el Amor. Ella es donación de sí misma, dulce súplica por sus hijos. Sostiene a la humanidad entera y la confía al padre.
Es la mediadora de un nuevo nacimiento para la humanidad.
Transitamos aún la oscuridad que precede al nacimiento. Basta un Fiat de plena confianza en la madre que nos dará a luz. Reposar en abandono. Estamos en gestación.
¡Feliz y Bendecida Navidad!