JOSÉ E. MOSQUERA | El Nuevo Siglo
Viernes, 20 de Abril de 2012

Afros en Antioquia

 

Más allá de la retórica de la etnoeducación que plantean algunos como la panacea para afrontar los problemas de la pobreza y de la inequidad en la población negra en Antioquia, se requiere que se estructure un Plan de Desarrollo a largo plazo que se constituya en el pilar de una verdadera política económica y social que realmente resuelva los problemas estructurales que afectan a la población negra.

Hasta ahora no se ha presentando un plan de acción concreto, viable y realista, encaminado a sacar de la pobreza a miles de afroantioqueños. Indudablemente que para que unas políticas públicas, en beneficio de la población negra sean eficaces en un departamento como Antioquia, se necesita de un cambio de mentalidad en la mayoría de la población antioqueña, en virtud de que, en el imaginario de gran parte de ella se ha creído que la población negra es foránea y que históricamente no ha hecho parte de su tejido social.

Por las falacias del mito de la “raza” paisa al negro se le excluyó en la historiografía antioqueña. Mito que se sustentó el imaginario de una sociedad de hombres libres que estructuró la pujanza antioqueña, en donde  se oculta el papel de la esclavitud y del negro en el desarrollo de la región.

Como bien lo señaló en su momento el investigador Peter Wade, la identidad paisa es un mito de pureza racial que niega la herencia negra y glorifica la superioridad blanca.

Pero así como se demanda de un cambio de pensamiento en los gobernantes y en el resto de la sociedad antioqueña, también se debe exigir a los líderes negros que construyan desde las comunidades de bases una sociedad civil autocrítica que se auto-reconozcan y fortalezcan los procesos organizativos con códigos de buen gobierno y de transparencia en el manejo de los asuntos públicos. Se dejen atrás las retóricas paternalistas, los auto-segregacionismos y presenten iniciativas más propositivas. Porque las  iniciativas estructuradas y pensadas desde las perspectivas de los intereses de las minorías que controlan los espacios de concertaciones ante los organismos del Estado ha sido poco constructivas y han estado orientadas a beneficiar a un reducido círculo de “privilegiados” de las migajas estatales que a la mayoría de la población.

Desde las propias comunidades deben surgir nuevos liderazgos con una visión de desarrollo para sus comunidades diferente a la que han tenido la mayoría de los líderes que se han quedado pensando más en el pasado que en el futuro.