Los indignados maleducados
EL mundo entero vive una nueva tendencia de procesiones de gente reclamando derechos o simplemente expresando una diferencia de opinión, en lo que se ha denominado el movimiento de los indignados. Colombia, a donde suelen llegar las modas tarde y mal copiadas, sufre por esta realidad.
Ahora resulta que unos pocos jóvenes universitarios que dicen estar “bien educados”, han encontrado una nueva versión de la “ola indignada del mundo”, en donde cabe destruir inmuebles en el camino, pintar los muros sin ninguna consideración, ejercer actos de violencia contra los que pueden pensar distinto, tirar piedras contra las ventanas de locales comerciales y edificios, y en muchos casos convertirse en “indignados con capucha” para esconder sus actos vandálicos.
Si lo anterior es ya grave de por sí y cuestiona la educación recibida por buena parte de estos jóvenes, el tema es más preocupante. Nuestros jóvenes universitarios indignados, no se atreven a debatir, ni siquiera a proponer ajustes al proyecto de Reforma a la Ley de Educación Superior, prefieren protestar y simplemente rechazar. Eso significa también que han recibido una educación que aparentemente no les da la capacidad para argumentar y avanzar, sino para entorpecer por el prurito de entorpecer.
Tristemente, también, son una asombrosa minoría de estudiantes universitarios, quienes se indignan con el proyecto de ley, y peor aún, impiden el curso normal de las clases académicas. Me confirman ya algunos jóvenes de universidades privadas que la forma como se está invitando en estas instituciones es a que se propicie la cancelación de semestre, ya que se acercan los exámenes finales y parciales y es conveniente que se cancelen clases a todos aquellos que llevan un rendimiento académico mediocre. Increíble pero cierto, se trata de evitar que el 95% de los jóvenes que no quieren protestar, asistan a clase, e invitar a los vagos a que se presione la cancelación de clases para salir del problema académico.
Lo último es más diciente de la mala educación de la minoría que protesta. Estos jóvenes ni siquiera se han leído el Proyecto de Reforma, no han sido capaces de avanzar en su discurso monotemático y jurásico de que se pretende “privatizar” las universidades, cuando eso nunca se propuso y hace rato el gobierno retiró el tema de IES con ánimo de lucro.
La verdad es que la propuesta avanzó significativamente luego de un año de debate con todos los actores, tiene un énfasis en calidad muy importante, propone estrategias en la internacionalización, mejora las posibilidades de financiamiento de las universidades oficiales, avanza en más control, inspección y vigilancia, articula un mejor sistema de educación superior, ciencia y tecnología, amplía las opciones económicas para mejorar el acceso, y propone estrategias para la innovación y el desarrollo científico y tecnológico.
Cada día de paro le cuesta al país la matrícula semestral de por lo menos 2.000 alumnos. No dejemos que una minoría inculta e ignorante termine definiendo el rumbo de algo que el país reclama hace 20 años.