“Circo mediático”
El presidente Santos utilizó este calificativo para recomendar a los medios de comunicación que, en el manejo del proceso de paz, eviten que los contenidos ligeros se impongan sobre lo serio, con lo que se daría la connotación de circo.
De hecho el desarrollo de las conversaciones, será visto en Colombia y en gran parte del exterior, como el desenvolvimiento en vivo, de uno de los capítulos de trascendencia en la historia contemporánea.
Es un acontecimiento mundial que, la guerrilla más antigua del hemisferio, esté convocada a la mesa, por el Gobierno de turno, para poner fin a un conflicto de hace 50 años, con base en una agenda de temas, aprobada por las dos partes y bien recibida en alto porcentaje por la ciudadanía.
También es razón de peso, para afirmar que se abre un reto, no sólo para el periodismo colombiano, sino en particular para los medios de televisión, con tendencia en muchas ocasiones, a destacar el marco rosa, o la escena amarilla de las noticias.
No puede ser que dos canales privados, en mano a mano, pretendan disputarse el índice de sintonía, como si este fuera un escenario similar a Estados Unidos, Europa u otros países de América, que tienen más estaciones de TV en manos particulares.
Sería demencial pensar que, se pretenda aumentar la pauta publicitaria, como si en efecto, buscar la paz en medio de dolor, fuese un espectáculo para grandes mayorías. Quedaría en iguales condiciones una supuesta exhibición para demostrar quién es mejor.
Hay que recordar que televisión, radio, diarios y revistas, colocaron en su mayoría, puntos muy altos de calidad y responsabilidad, frente al proceso de consulta e integración de la Asamblea Constituyente, así como con la expedición de la Carta Constitucional de 1991.
En igual medida, cuando se sacudió el país, con la infiltración del narcotráfico en política en 1994 y en el rompimiento de las negociaciones de paz, en el Gobierno del presidente Pastrana.
El periodismo ha dado buena cuenta, al informar, denunciar y analizar acontecimientos que hacen parte del tejido crudo, pero real del país, al margen de farándula o chisme de vida privada.
Esta vez, cada medio definirá su perfil dentro del libre derecho a informar y reunir opiniones, alrededor del proceso.
El presidente Santos, declarado guardián del proceso, tendrá que bajarle al uso del Twitter, que ha perdido credibilidad en grandes medios de información del mundo; no confían en la pureza de esa fuente, porque provoca precisamente, circo mediático y facilita suplantación de personas.
Mejor que la balanza informativa sobre el proceso, salga de las dos partes y se divulgue al ojo público.