JUAN ÁLVARO CASTELLANOS | El Nuevo Siglo
Jueves, 20 de Septiembre de 2012

”Oro azul”

 

Señales  de alarma están prendidas sobre la economía colombiana y la seguridad y protección de cientos de personas, residentes en regiones dedicadas a agricultura.

La invasión de explotadores ilegales de minas está en aumento. Según cálculos de expertos, unas diez zonas,  están amenazadas por la voracidad de la alianza entre narcotráfico, guerrilla y delincuencia común, unidos todos, a intermediarios del comercio de metales, utilizados por industria de alta tecnología de consumo mundial.

En varias ciudades se han instalado oficinas de representación internacional de negocios, como fachada, a instancias de los tratados de libre comercio y  supuesta inversión extranjera.

Por eso hay prevención frente al presunto interés comercial, proveniente de países asiáticos como China, Corea y Japón, porque manejan el comercio exterior con doble filo. Legalidad con empresas de marca y prestigio, pero invasión de productos para el mercado negro.

Con equipos,  armas y provocación de incendios, toman áreas buscando metales, llamados nobles, que son adquiridos a altos precios, en el mercado de minerales. 

Esas manchas grisáceas, que se advierten en el extenso panorama verde  del país, están en crecimiento, explican expertos de la minería colombiana que, de manera independiente, o a través de universidades, han hecho llegar este mensaje alarmante.

Los explotadores con estructura similar al narcotráfico, mediante inversión, jefes de campo con conocimiento  técnico y  toda clase equipos que miden las distancias recorridas y la profundidad, con mecanismos electrónicos  que detectan posibles derrumbes o abismos.

¿Quién trae esa maquinaría y cómo entra al país?

Santander, Boyacá, Cundinamarca, Meta, Tolima, Huila, Cauca, Caquetá  Putumayo, Guaviare y Vaupés, son centros de esa operación con sorpresivos  golpes a pequeños y medianos cultivadores; obligados a colaborar o a abandonar los terrenos.

El hallazgo de Coltán, denominado ´Oro Azul, ´puso en evidencia un negocio que al parecer, lleva varios años operando de manera disimulada.

El componente tiene sustancias metálicas, y es procesado por industrias productoras de aviones, automóviles, computadores, televisores, y teléfonos móviles, entre otros.

Se podría estar produciendo el paso de mafias del narcotráfico, al comercio ilegal de minas, con el mismo ropaje siniestro.

Colombia propondrá en Naciones Unidas, declarar la explotación ilegal de minas, como delito transnacional. Solicitud válida que, sin embargo, requiere acción inteligente.

En pleno siglo XXI, el país olvida el seguimiento satelital, utilizado para conocimiento científico, pero también para seguridad nacional, mientras es cada vez más empleado por empresas privadas extranjeras.

La Nación tiene que despertar ante este asalto con ingeniería planificada que encontró  terreno abonado, con el ´Oro Azul’, metal comprado incluso en alta mar, por la multimillonaria industria tecnológica.