País del desorden
Quedó claro en los últimos ocho días que el nuevo reto colombiano será el libre comercio sin infraestructura, a mano limpia y con lo que se tiene, para atender el tránsito de importación y exportación que se espera con EE.UU., Canadá, Suiza y posiblemente Corea del Sur y Unión Europea, a partir de 2012.
Por segunda vez, después de la Apertura Económica en 1992, la improvisación es hilo conductor para Gobierno y sector privado, en medio de decisiones nacionales o efectos de los mercados internacionales.
Ajustes y reglamentaciones se hacen por el camino, de acuerdo con exigencias de la ciudadanía. En otros casos, por la capacidad de reacción de los gobiernos del momento que, aunque tarde, actúan, según las situaciones.
Parece que al país le gusta más curar que prevenir. Esa actitud despierta admiración, crea o destaca dirigentes, a los que se convierte en héroes si los resultados son buenos. Es una constante a lo largo de la historia nacional, con más de 4 páginas, en las que nunca faltan personajes folclóricos.
No se puede cerrar el año mirando de manera exclusiva vaticinios del TLC, visto como una puerta iluminada, para ingresar a una nueva economía colombiana.
Basta con indagar a grandes, pequeños y medianos empresarios para establecer que, una vez ratificado el Tratado, tampoco hay una hoja de ruta para empezar. Menos un plan definido para iniciar obras de infraestructura requeridas. No todas las expectativas económicas pueden centrarse en comercio exterior.
Hay más pronósticos que realidades. El ciudadano común tiene en sus manos un manual de economía social descuadernado. No se conoce el rumbo del sistema de salud; siguen prendidas las alarmas por falta de recursos en hospitales departamentales; Tampoco se sabe cuántas EPS quedarán y cuántas se acabarán si se produce una reforma de fondo; y se espera Ministerio de Trabajo, separado del sector salud, para procurar una política laboral de calidad.
Banca, industria, petróleo, minería, sociedades comerciales colombo-extranjeras, telecomunicaciones, construcción y transporte en todas sus modalidades, son actores de una economía sólida en el ámbito nacional. Sin embargo, todos reconocen falta de coordinación entre Gobierno y empresa privada, cuando se trata de trabajar por propósitos comunes.
El reflejo está en la Reforma a la Educación. La concertación se desvaneció a la hora de discutir su contenido, sin valorar en toda su dimensión la opinión de opositores. Primero era el diálogo con rectores y estudiantes, por el tiempo que fuera necesario, antes de presentarlo al Congreso.
Al derecho y al revés, es el país del desorden, siempre con un motivo para hacer fiesta.