JUAN ÁLVARO CASTELLANOS | El Nuevo Siglo
Jueves, 8 de Mayo de 2014

Triste despedida

 

Millones  de colombianos hace 41 años celebraron  el nacimiento de 3 plantas ensambladoras de automotores. Hubo jolgorio económico con despertar  nacionalista. Jamás pensaron que la tercera en capacidad productiva terminaría sumergida por el peso del comercio exterior y la lenta ejecución para salvarla de la voracidad de las aguas globalizadas en el siglo XXI. El país estrenaba traje económico, con diseño de inversión mixta, de capitales, públicos y privados, junto a trasnacionales de industria automotriz de EE.UU., Francia e Italia.

En ese orden nacieron Colmotores, Sofasa y CCA en Bogotá, Duitama y Medellín. Se convirtieron en bandera industrial al exterior. Siempre era noticia de primera plana, el indicador de exportación de automóviles ensamblados en Colombia, con destino a la región andina y de manera preferencial, a Venezuela y Ecuador.

Hubo compras durante varios años de agencias de Panamá, Chile y Argentina. Esta última nación, afrontaba serias dificultades políticas y entonces recurría a mercados externos como el nuestro. Esa exportación, al lado de la moda nacional de estrenar carro colombiano, fue plataforma de empleo para ingenieros, mecánicos y expertos comercializadores de autopartes, entre otros. Asomaron paralelamente, negocios complementarios en oferta de automotores, planes de crédito y asistencia técnica especializada. El mercadeo recurrió con distintos productos a la rifa de automóviles.

Pasados los años, Colmotores salvó su vida invitando a Chevrolet, como  socio y Sofasa, logró después de altibajos, mantenerse con Renault. CCA, Colombiana Automotriz, sufrió la pérdida de FIAT  de Italia, que redujo capitales en el mundo. Ahora en la borrasca globalizada, Mazda que era su eje, se trastea a México. Seguirá atendiendo comercio colombiano, pero no  ensamblaje. CCA cerró y despidió 500 trabajadores, que con buena o aceptable liquidación de prestaciones, es  una fuerza laboral, cercenada de la noche al día y una pérdida de capital humano.  

Las 3 plantas, fueron ´niñas bonitas´ para mostrar al  país y el exterior. Si algo las sostuvo, fueron los Planes Indicativos de Producción industrial que hubo en los años 70, entre empresa privada y Gobierno, con el Ministerio de Fomento,  de la época. Este cierre  aparece en contraste con la reiterada recuperación económica, que tanto muestra el Gobierno. Es difícil creer que las empresas colombianas estén entre las más rentables de Latinoamérica, como afirman informes de evaluadoras de inversión.

Es una triste despedida, a una planta colombiana  que, aún  tiene señales de vida, si actuaran con prontitud Gobierno y empresarios privados. Podrían darle respiración, con apoyo de países asiáticos, como dice el Ministerio de Comercio. Salvar a CCA, es salvar producción y empleo nacionales.