JUAN ÁLVARO CASTELLANOS | El Nuevo Siglo
Jueves, 7 de Agosto de 2014

Por ahí es

 

Lo que espera la ciudadanía del Gobierno reelegido que  emprende hoy su plan de vuelo, no es solo la paz, como se piensa en sectores sociales de niveles medios y altos, con capacidad de bolsillo, tanto en ingreso, como en consumo en las ciudades grandes.                                            

Hay que subrayar que el mejor sondeo de opinión se percibe en sitios donde habitan segmentos comunitarios que no tienen acceso a redes sociales,  para expresarse, como sucede en los mayores centros urbanos. En periferia de municipios de mayoría de departamentos, la inquietud más sensible está en las expectativas por mejores condiciones económicas para sobrevivir, con comida, vivienda, trabajo, salud y educación. No vacilan en afirmar, que  así se construirá el umbral para entrar a la paz, junto al Gobierno reelegido. El comerciante de mercado popular, el tradicional tendero, el transportador regional y el propietario de almacén típico en la plaza principal de pueblo, creen que no se trata de convertir la DIAN en el gran juzgado nacional para combatir la evasión de impuestos, sino que primero, la tributación cumplida con pagos y liquidaciones cabales, se traduzca en obras, servicios y asistencia social.  

Al margen de la sequía, Casanare y sus municipios, llevan más de 8 años sin acueductos eficientes. El mismo efecto está enquistado con pobreza extrema en Atlántico, Cauca, Chocó, Arauca y Putumayo, como lo prueban las organizaciones ciudadanas que completan años con la misma exigencia.

Plausible que por primera vez en Colombia, el Presupuesto Nacional de Educación será superior al de la guerra, sumado con mayores porcentajes provenientes de las regalías. Sin vacilación este propósito exige ojos abiertos para contener las manos resbalosas de la corrupción. El profesor profesional, bien reconocido en lo económico, debe ser protagonista número uno de la sociedad. Es el vuelco que se espera para la construcción de nuevo país.

Y la tributación debe tener reflejo directo en  hospitales municipales y departamentales.  Hace años la salud pública regional funciona a pedazos. El ciudadano de periferia o campo lejano, no cree que estemos “en el mejor momento histórico de la economía,”  como ha dicho el Gobierno. En el pueblo, no huelen el desarrollo. El anciano mendigo está abandonado en la esquina de la plaza. Proyectos para  trenes, autopistas y navegabilidad de ríos, es mejor hacerlos ya, en lugar de anunciarlos mil veces, y antes de que los devore la corrupción.

Los indicadores económicos deben ser para vivirlos con hechos para la gente del común. Por ahí es el camino para llegar pronto a la paz, con desarrollo integral para todos.