Juan Camilo Restrepo | El Nuevo Siglo
Domingo, 23 de Agosto de 2015

CENSO AGROPECUARIO

Del daguerrotipo a la fotografía

 

Hacía cuarenta y cinco años no se contaba con un censo agropecuario en Colombia. Si partimos del supuesto de que un censo de esta naturaleza es una fotografía actualizada del sector rural, habrá que convenir que más que una fotografía teníamos un daguerrotipo.

El censo agropecuario actualizado es un instrumento indispensable para diseñar las

políticas públicas del sector que venía fijándose de manera tosca por falta de un

censo actualizado.

El estándar internacional predica que cada ocho años los países deben actualizar las

fotografías estadísticas de su sector rural. En el gobierno Santos, por decisión de gran

visión adoptada en 2011, se resolvió enmendar esa grave anomalía. Sus frutos fueron

entregados por el DANE luego de un trabajo ingente que implicó la visita prácticamente a la totalidad de los predios del país.

La conclusión principal de los primeros resultados divulgados es la de que la pobreza

sigue siendo protuberante en las zonas rurales. Y medida sobre la base de lo que se

denomina pobreza multidimensional en el área rural dispersa, alcanza un nivel de

44,7% que es el doble del promedio nacional.

A partir de esta premisa, los otros indicadores que ilustra el nuevo censo no dejan de

inquietar, aunque en cierta manera ya era presentidos:

*hay un grave cuello de botella en la institucionalidad educativa de las gentes del

campo: el 72,6% sigue teniendo graves restricciones de acceso a la educación.

*20% de la población entre los 5 y 16 años no está asistiendo a escuela o plantel

educativo alguno.

*El 11,5% de la población rural sigue siendo analfabeta.

*Del área rural dispersa el 50,6% está ocupada por bosques naturales; 40,6% está

dedicada a usos agropecuarios (con una alta prelación de usos asociados a ganadería

extensiva); y el área dedicada a agricultura propiamente dicha alcanza 7,1 millones de

hectáreas. En esto el censo arrojó un hallazgo un tanto sorpresivo pues venía

estimándose que el área dedicada a la agricultura era un millón y medio menos de

hectáreas de lo que resultó.

*Se nota un afianzamiento notable de los cultivos permanentes frente a los

transitorios. Mientras que los primeros ocupan un 74,8% del área censada, los

segundos representan solo el 15%.

*El nuevo censo confirma la acentuación de las dos tendencias que, aunque

aparentemente paradójicas, han venido caracterizando la estructura de la propiedad

agraria en Colombia: de una parte, se ha elevado la concentración en la propiedad;

pero de otra, y de manera no menos preocupante, encontramos que se ha acentuado

el minifundio en muchas comarcas del país.

*También confirmó el censo que la población de la Colombia profunda sigue

envejeciéndose. En relación con los censos y encuestas anteriores más viejos se están

quedando en el campo al paso que los jóvenes migran a las ciudades en busca de

mejores horizontes.

*A pesar de que ha aumentado la calidad de la vivienda rural continúa viéndose un

déficit habitacional sensiblemente mayor en los campos que en las ciudades. Más de la

mitad del déficit habitacional de Colombia -sobre todo en el aspecto cualitativo- es

rural.

Los resultados del nuevo censo agropecuario son, pues, una herramienta invaluable,

de una parte, para que las políticas públicas en el área rural no se sigan aplicando a

ojímetro sino con una base estadística sólida. Pero de otra, serán también un

instrumento valioso para que el posconflicto rural (compendiado en el acuerdo

número uno de La Habana) pueda aplicarse con rigor y seriedad.