JUAN DANIEL JARAMILLO ORTIZ | El Nuevo Siglo
Lunes, 7 de Mayo de 2012

El suave centro de Francia

 

Francois  Hollande es el nuevo presidente de Francia y a partir de hoy estará listo para enfrentar la dura realidad económica europea que flota por encima de la antipatía pública que circunda a Nicolás Sarkozy. Atrás queda la retórica grandilocuente que marca las competencias presidenciales francesas.

 

Datos de una realidad que antecede a la propia administración Sarkozy y se enquistan en la institucionalidad de la UE. Y las deficiencias del euro. Al lado de los principios de democracia, derechos humanos y gobierno de la ley, la moneda única es rasgo definitorio de la supranacionalidad. Introducido hace 10 años para impulsar una banca central que se constituyera en fuente de liquidez, el euro nació sin todos los atributos inherentes a las monedas nacionales.

 

No se proporcionó el instrumento fiscal que sirviera de mecanismo de solvencia en tiempo de crisis. Según el artículo 123 del Tratado de Lisboa, el BCE no puede hacer préstamos directos a los Estados miembros. Su poder de creación monetaria, además, se encuentra prohibido. El Tratado de Maastricht no previó, por si fuera poco, instrumentos correctivos.

 

Al ser establecido el BCE, las emisiones de bonos de los países miembros no fueron reguladas y los bancos centrales preservaron el derecho de endeudarse. Ello estimuló la adquisición de títulos con altos intereses provenientes de las economías más débiles en busca de rendimientos altos. Las economías con mayores excedentes de liquidez como Alemania, Francia y Holanda lo hicieron. Grecia, Italia y España, acumulando déficit fiscales descomunales, hicieron crecer así las bolas de nieve financieras que amenazan hoy con el colapso de la UE.

 

Alemania dicta ahora política fiscal a sus socios europeos. La reducción de déficit presupuestales presionará en espiral descendente salarios y utilidades, las economías se contraerán e ingresos tributarios caerán. El riesgo deflacionario está a la vuelta de la esquina y es factible que su espectro devastador esté haciendo ya estragos en Grecia y España.

 

La carga de la deuda, como relación acumulada con el producto interno, subirá, en demanda de cortes adicionales, profundizándose así un círculo vicioso crítico. Agentes tanto públicos como privados de los mercados financieros de la UE., lo anota George Soros en su última obra Financial Turmoil in Europe and the U.S. (Public Affairs, 2012) no advirtieron que la calidad de acreedor no puede ser mantenida por todos los participantes todo el tiempo.Aflora asimismo, finalmente, la calidad de deudor.

 

En un inicio se evaluó la posibilidad de un proceso general de unificación con distintas velocidades que tomara en cuenta factores nacionales. Se prefirió proyectar en cambio un conjunto de instituciones económicas que nacieron con problemas congénitos.

 

Francois Hollande fue escogido remolcado por un discurso cuidadosamente alejado de cualquier radicalismo socialista. Ha propuesto la emisión de eurobonos que financiarían grandes proyectos de infraestructura y se ha abstenido de suscribirse a un activismo fiscal que, en la actual coyuntura, resulta imposible. Hoy como nunca antes el margen de maniobra económica es mínimo.

 

En los últimos días de la campaña, Sarkozy y Hollande convergieron progresivamente en un suave centro, uno desde la derecha y otro desde la izquierda. Hollande, consciente de que los tiempos del gasto feliz se han marchado y de lo que se trata es de reconfigurar la UE, en liderazgo compartido con la conservadora de centro Ángela Merkel. La supervivencia de la UE, en juego. Aquí está a su alcance la oportunidad para responder el reto de la historia.

juan.jaramillo-ortiz@tufts.edu