A traicionar a los de su clase
Podrá no haber nueva asamblea constituyente o revocatoria del Congreso pero el país deberá estar preparado para que en los diálogos que se inician el mes siguiente en Oslo con los representantes de las Farc se ponga sobre la mesa principal el tema de la desigualdad en el ingreso.
Colombia se encuentra entre los 10 países con mayor desigualdad económica en el mundo al lado de Haití y Bolivia en América Latina. Sigue siendo un país de baja movilidad socioeconómica y rigideces institucionales que no han permitido dar el gran salto que definitivamente arrebata el argumento último a la subversión.
Una de las mentes jurídicas más brillantes de EE.UU., el profesor Louis D. Brandeis, profesor de Harvard, escribió que podemos tener democracia o ingreso concentrado en las manos de pocos, pero no podemos tener ambas situaciones al mismo tiempo. Brandeis vivió en una época de disparidades abismales en el ingreso en su país y sólo al final de su vida, durante la presidencia de F.D. Roosevelt, pudo ser testigo de una elevación sostenida del ingreso medio.
Durante las últimas tres décadas, como resulta de la lectura de la última edición de The Economist’s Voice: Top Economists Take on Today’s Problems (editado por I. Aires & A.S. Edlin, Columbia University Press, 2012), colección anual de análisis prospectivos de profesionales experimentados, la desigualdad del ingreso volvió a situarse en los niveles que alarmaron en su momento a Brandeis. En 1980, el 1 por ciento de los norteamericanos accedió al 9.1 por ciento del ingreso antes de impuestos. Para 2006, la participación creció a casi el 20 por ciento.
La relación Brandeis -relación de ingreso promedio del 1 por ciento más rico de un país a ingreso medio por familia- se disparó: en 1980, el 1 por ciento más rico obtuvo 12.5 veces el ingreso promedio. Para 2006, último año para el cual Aires y Edlin disponen de información, el ingreso promedio del 1 por ciento fue 36 veces más alto que el de la familia media.
Brandeis sostuvo en escritos y jurisprudencia (fue magistrado de la Corte Suprema) que llegado cierto punto de concentración de poder económico empezaría un resquebrajamiento del requisito de dispersión de poder político. Aires y Edlin estiman en su análisis que en EE.UU. se tocó ya el umbral, que llaman Brandeis tipping point. El grupo del 1 por ciento más rico podría estar obteniendo, según otros estudios, entre el 45 y 55 por ciento de la cifra media.
Y empieza a sugerirse un impuesto automático que grave al 1 por ciento más rico que pondría límite a los ingresos después de impuestos a miembros de este grupo. El impuesto no se dirige a castigar un ingreso excesivo sino a imponerle freno.
¡Qué decir de Colombia donde se sobrevive penosamente mucho más allá del umbral Brandeis hace varios años! Le inequidad en el ingreso podría ser incluso más alta de lo sugerido en estudios por razón de los fenómenos agigantados de evasión y elusión tributarias. Y por una estructura fiscal que sigue recostada en el consumo y lleva vista gorda a la renta.
El presidente Santos ha predicho que terminará traicionando a los de su clase. Tendrá que hacerlo porque no será suficiente que las grandes locomotoras de la economía produzcan salto cuantitativo y cualitativo en la desigualdad del ingreso ni paces postizas con la subversión. Se trata de un despegue histórico que haga realidad la movilidad social capaz de asegurar el tránsito a la democracia real.