Tras el cruel asesinato, en la URI, de Juan Pablo González, presunto violador de una joven en Transmilenio, se esconde una tragedia que arroja luz sobre nuestra desconfigurada realidad y el deterioro progresivo de nuestros valores como sociedad civilizada. Asunto que nos concierne a todos.
Hay un abismo entre el delito, la ley y la aplicación de la justicia. Todas las instancias gubernamentales debaten en medios y en redes sobre quién tiene la razón. ¿Acaso importa quién la tenga? ¿Se pudo haber inducido la pena de muerte por las vías de hecho? ¿Es esta una sociedad que mira para otro lado cuando se "hace justicia" a lo bárbaro?
Al intentar acercarme al acontecimiento para analizarlo, solo atino a hacerme preguntas.
La primera información que tuve del hecho, por noticias de televisión, fue una protesta de feministas vandalizando Transmilenio. ¿Qué tienen que ver los destrozos de este necesario servicio público, que pagamos todos, con una violación? ¿Qué responsabilidad cabe a los usuarios del transporte público? ¿Por qué la exhibición de furia con torsos desnudos? En un principio no entendí el contexto de la noticia. Después, cuando vi en YouTube el doloroso testimonio de la jovencita agredida, comprendí el contexto de la protesta, el desamparo que ella experimentó frente a la protección de la autoridad y su justo reclamo, pero no encontré la justificación de la ira desenfrenada de las feministas.
¿Era la única manera de clamar justicia frente a una denuncia no atendida con prontitud? ¿Qué tiene que ver el uso de la violencia con el doloroso reclamo de la jovencita agredida? Si algo he aprendido, como comunicadora, en los últimos años, es que las emociones negativas se contagian, a velocidades inimaginables. El miedo, la rabia, la furia, entre otras, corren a grandes velocidades por las redes y el incendio se propaga en segundos.
Vistos los tristes acontecimientos posteriores en la URI, retomo las preguntas: ¿vieron los detenidos por televisión o por las pantallas de los celulares las imágenes de las feministas desaforadas de odio? Es sabido que a las personas acusadas de violación les va muy mal en las cárceles, generalmente los maltratan y someten a las actividades más indignas. Pero, esta vez lo asesinaron. ¿Qué mensaje se le está enviando a la sociedad? Y, ¿se puede seguir tolerando el sistema de puertas giratorias en el tema carcelario? Entran y salen de las cárceles a reincidir. ¿Para qué sirve una ley que termina incentivando un delito excarcelable?
La sociedad está desesperada con el delito y la ley no puede convertirse en el obstáculo para que haya justicia.
Como dijo el Ministro de Justicia, Néstor Osuna: "El señor que fue capturado por el delito de agresión de Hilary Castro y que luego murió en la URI de Puente Aranda ha debido tener la posibilidad de comparecer en un juicio y que se conocieran las pruebas contra él y de ser hallado culpable pagar la pena que la ley establece”.
Ante la ausencia de justicia, es aterrador imaginar qué tipo de sociedad permite que se tome la justicia por propia mano.