Este país está sobresaltado, atolondrado; tal vez azarado. La multiplicación de hechos que suceden por minuto avergüenzan a propios y extraños. Apenas se cumplen dos años del gobierno del Presidente Duque, cuando ya, multitud de acontecimientos desconciertan a sus electores, y hasta a los de Petro.
Flaco favor el que ha recibido Duque de Uribe y, garrafal, el que él se auto aplicó, cuando quiso desconocer la autoridad de la Corte, para salvar a su mentor del carcelazo. Duque abrió las puertas a Uribe y a sus arrogantes defensores, para que acusaran de secuestradora a nuestra máxima autoridad justiciera. El expresidente, que está preso, no podía dar declaraciones a la prensa, y mucho menos a injuriar públicamente a sus jueces. Si se cometió un crimen o se violó la ley, debe haber una acusación, que la hay, un juicio justo y una condena. Los acusados, no pueden andar buscando un funcionario que se preste para absolverlos, si a ello no hay derecho. Uribe debe dejar que actúe la justicia.
Lo anterior ha enredado al Presidente Duque, que ve con terror, como las cosas no le salen. Las masacres de jóvenes y niños, los asesinatos de líderes sociales y exmiembros de las Farc, la multiplicación de los cultivos ilícitos, la creciente producción de coca, la inseguridad a todos los niveles, el implacable desconocimiento de los acuerdos de paz, los “perfilamientos” por parte del ejército y demás desafueros, son hoy, moneda corriente.
El desespero y la congoja han obligado a Duque, a acudir a las masacres, que suaviza como “homicidios colectivos”, a los misiles de Maduro, a lo que él llama “paz sin impunidad”, a las prohibidas fumigaciones con glifosato y, desde luego, al espejo retrovisor para achacarle a otros, o a Santos, el desbarajuste actual. Poco o nada le sale bien.
Para completar, la pandemia lo acosa y sus tardías apariciones como animador de televisión, desorientan. Hay que sumarle a Mancuso, al que hay que impedir que llegue a Colombia. Se han elaborado mal las solicitudes de extradición. Se fustiga hasta a las autoridades norteamericanas de cohonestar con ello. Mancuso sabe mucho.
Con el emoji del pulgar abajo, acompañado de proclamas “queremos la paz”, muchos manifestantes censuran la falta de acción del Presidente. Urge atender ese clamor popular, que crecerá... que crecerá. Hay que equilibrar la brújula.
BLANCO: El liberalismo encamina una ley, que elimine el IVA para la canasta familiar.
NEGRO: Duque adora al debilitado Trump. Le quiere obsequiar el BID.