Colombia, sin ser un país petrolero, dada la precariedad de sus reservas, sigue teniendo una altísima dependencia del crudo. Por ello su economía siempre está al vaivén de lo que ocurre en los mercados internacionales, que es donde se transa comercialmente el petróleo y en donde no influimos para nada en la formación de los precios, pues somos sólo tomadores de precios. Después de que los precios llegaron a tener un pico de US $115.19, la sobreoferta de crudo precipitó la destorcida de precios a tal punto que a mediados de enero del año anterior se negoció a US $25. Posteriormente los precios tuvieron una importante recuperación, hasta cotizarse finalizando 2016 alrededor de los US $50 el barril y de allí no ha pasado, a pesar de la decisión de la OPEP de reducir el bombeo de crudo en 1.8 millones de barriles diarios por seis meses a partir de enero de este año.
Todos los países exportadores de petróleo se han visto afectados por la caída de los precios, pero en el caso de Colombia el impacto ha sido mayor, sobre todo en las finanzas públicas, porque a la caída de los precios se vino a sumar la caída de la producción. Después de fijarse la meta y haberla alcanzado de la producción de 1 millón de barriles diarios, diciembre del 2015 fue el último mes del año que se alcanzó superar ese tope, para posteriormente caer de manera sostenida y el promedio de la producción en los primeros cuatro meses de este año estuvo en 844 mil barriles.
Pero ya advertíamos que por estar invadidos por la preocupación de la baja de los precios y de la producción, estábamos descuidando el peligro mayor que nos acecha, cual es la vertiginosa caída de las reservas probadas de crudo con las que cuenta el país, razón por la cual nos ha venido rondando el fantasma de su importación, lo cual sería una verdadera tragedia para el país. Si miramos los cuatro últimos años observamos que se pasó 2.377 millones de barriles en 2012 y una relación reservas/producción de 6.9 años a 1.665 millones de barriles en 2016 y ya el horizonte de autoabastecimiento se reduce a sólo 5.1 años. Es decir, que a la vuelta de 5 años (¡!) estaremos abocados a tener que importar petróleo al país para nuestro propio abastecimiento.
La caída de las reservas probadas se da cuando el ritmo de extracción del crudo es mayor que el ritmo de reposición de las reservas extraídas, habida cuenta que se trata de un recurso no renovable y por ello mismo expuesto a su declinación y agotamiento. Son dos los factores fundamentales que han incidido en esta caída de las reservas probadas de crudo en el país, por una parte el bajonazo de los precios y, por la otra, el decaimiento de la actividad exploratoria.
*Exministro de Minas y Energía