Son los jóvenes los que visiblemente se pronuncian en cada manifestación, son los que se relevan, ciudad por ciudad, la protesta con más gritos de amargura y desesperación que con una agenda seria de peticiones viables y cumplibles.
Solo una cosa tienen en común todos ellos, al unísono responsabilizan al gobierno nacional de todos los males que hoy aquejan a este país. De manera unánime identifican al opresor en todo lo que representa el Estado.
Esta evidente animadversión por la institucionalidad y todo lo que a ella la representa es una condición normal de la juventud en cualquier lugar del mundo, no será la primera generación que lo haga. Creer que se es joven solo porque se oscila entre cierto rango de edades además de ingenuo es absurdo. Por muchos años a quienes llamamos jóvenes, que son los mismos estudiantes, se han abierto paso entre una sociedad para generar a favor de ellos los cambios sociales, económicos y políticos, pues al fin y al cabo son estos los que preparan su futuro y el país en el que desean vivir.
La pregunta sería si hoy por hoy están en capacidad de liderar esos cambios que reclaman. Ya se hicieron visibles, ya levantaron su voz, ya el país les esta prestando atención, ahora solo queda esperar cuales son sus propuestas.
Desafortunadamente su vocería la tomaron otros, personas que gozan de empleos, pensiones y hasta bienes de producción, el denominado Comité Nacional del Paro, que no es más que un grupo de representantes de las principales organizaciones sindicales del país, de pensionados, de estudiantes e incluso de transportadores son los que van a negociar con el gobierno.
La pregunta es ¿son ellos los interlocutores válidos de quienes están reclamando oportunidades de educación y trabajo? Seguramente no, pero por el momento es lo único que hay para desactivar esta protesta y esos bloqueos que tienen en jaque a la población en general, quien no solo esta siendo víctima de éstos, sino de los avivatos que se están aprovechando para especular como siempre se ha hecho.
No se puede limitar la lucha a que los jóvenes puedan diariamente vociferar que el Estado no les ha cumplido, no se trata de pedir un Estado que no te cobra nada y te da todo; esa idea de bienestar intentada mil veces y mil veces ha fracasado. Se trata de proponer entre todos, de construir entre todos, de viabilizar el país que queremos todos, porque solo de esa forma esta lucha y todos los muertos y destrozos que ha ocasionado habrá valido la pena.
Necesitamos urgentemente salirnos ya de lo formal y entrar en lo sustancial, son los jóvenes los que hoy tienen la palabra y una audiencia supranacional, son ellos y no los políticos los que deben aprovechar este momento histórico, depende de ellos empoderarse de este país y proponer una agenda que nos incluya a todos, porque si alguien se queda por fuera, seguiremos cambiando solo para beneficio de algunos.