En días recientes el gerente general del Banco de la República, Juan José Echavarría, dijo que en Colombia rondaba “la gran preocupación de por qué los consumidores” y no sólo los consumidores, añadiría yo, “siguen intranquilos porque la inversión no despega y en parte la respuesta puede estar en esta polarización política”. Pero, lo que rebosó la copa fue cuando el gerente se atrevió a afirmar que “el estancamiento de la economía, la polarización política y el aumento del desempleo en prácticamente en todas las regiones del país y en la mayoría de los sectores productivos”. Y, para rematar, afirmó que el crecimiento del PIB en el primer trimestre de este año no había sido del 2.8%, como él lo reportó sino de sólo el 2.3%. ¡Y ahí fue Troya!
Mientras el director del Dane salió tímidamente a decir que la economía no estaba estancada sino que había “nubarrones importantes” en la economía, el ministro de Hacienda Alberto Carrasquilla pasó del eufemismo al sarcasmo y dijo que eso de la tal polarización y su impacto en la economía era pura “paja”. No obstante es el propio Presidente del gremio de los empresarios (ANDI) Bruce Mac Master quien afirmó que “la polarización genera, sin duda alguna, efectos sobre el resto de la sociedad” y la economía no es la excepción.
Pero, como el ministro Carrasquilla le cree más a los gurú de la economía que a los jurisconsultos, por aquilatados que estos sean, traemos en auxilio de nuestra argumentación lo que concluyeron dos brillantes economistas de Corficolombiana, José Ignacio López y Julio César Romero, quienes apelando a la econometría pudieron establecer que una reducción de la polarización disminuiría el costo de la deuda del gobierno más que un aumento en la calificación de su deuda soberana, hoy en grave predicamento.
Y no es para menos, pues es consabido que la economía no se puede divorciar de la política, siempre van de la mano, son siameses, inseparables. Pretender separar la política de la economía sería tanto como intentar aplaudir con una sola mano. Bien dijo el gran hecendista colombiano Esteban Jaramillo: “dadme una buena política y os daré una buena economía”.
Por lo demás, equivocados están quienes intentaron silenciar al Gerente del Emisor con el socorrido argumento de que el Banco de la República no se debe inmiscuir en los asuntos de la política económica, que consideran privativa del Ministerio de Hacienda. A juicio de ellos la competencia del Emisor es el manejo de la política monetaria y cambiaria y su función objetivo la defensa del poder adquisitivo de la moneda y a ello se debería limitar. Como lo dejó claramente establecido la Corte Constitucional, aunque esa es su prioridad, mantener a raya la inflación, dicha misión la debe ejercer el Banco sin perjuicio de que “también debe considerar el desempleo, el crecimiento económico, el desarrollo y hasta el medio ambiente”. Así de claro!
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*Miembro de Número de la ACCE