

La República del Congo es un ejemplo de la codicia e indiferencia de los países desarrollados, que no tienen en cuenta lo que se ha generado en este país, por la extracción del coltán, estaño y oro. Minerales imprescindibles para fabricar los aparatos, teléfonos, computadores etc, que son necesarios en el uso de las nuevas tecnologías. La guerra y la pobreza vienen desde hace décadas, sumiendo a este país en la desesperanza.
Desde hace más de una década actúa el grupo Marzo 23 (M23), y se ubicó justo en la región noreste del Congo en la ciudad de Goma, que esta cercana a las minas en donde se extraen estos minerales raros. Esta región es fronteriza con Ruanda.
Esta frontera es muy complicada porque cuando se dio el gran genocidio de Ruanda en 1994, mucha de las tribus hutus y tutsis emigraron hacia la ciudad de Kivu, en suelo congoleño, exportando el conflicto ruandés. Las tensiones y las masacres han dejado más de 6 millones de víctimas en 30 años. Los hutus siguen siendo perseguidos por los tutsis, etnia a quien pertenece el movimiento M23 y la mayoría de los ruandeses.
El gobierno del Congo afirma que ellos tienen importantes enclaves militares en esta región para defenderla. Tanto USA como Francia y expertos de la ONU acusan a los ruandeses de estar apoyando al M23. Se dice que Ruanda ha enviado 4.000 soldados brindando apoyo militar a los rebeldes. El interés de este país podría ser quedarse con esta importante región del Congo y aumentar su riqueza con la fuente de estos valiosos minerales.
La ONU mantiene una Misión encargada de la paz, con una brigada de 10.00 soldados que no entran en acción militar.
Además del grupo M23 se habla de que existen 200 grupos criminales, cuyo interés es quedarse con las ganancias de las minas, convirtiéndose en una gangrena social, especialmente para la ciudad de Kivo. Este grupo insurrecto está enfrentado con el ejército del Congo. Hay bombardeos y tiroteos diarios, matando a la población civil que se encuentra en medio de estos combates. Existen pocos campamentos de salud, unos ayudados por la Cruz Roja Internacional, que hace lo que pueden por ayudar a los heridos y a la población inerme.
El gobierno considera al M23 como un ejército invasor. En la práctica cada uno de los bandos se echa la culpa de querer erradicar a las etnias. Las violaciones, ejecuciones y matanzas de estos actores se aúnan a la miseria de esta población, además de la asidua violación de los Derechos Humanos.
Desde enero han muerto 7.000 personas. Existe el temor que este conflicto se expanda en los países fronterizos. La Misión de la ONU, según el gobierno del Congo, debe retirarse por no haber servido. Al Consejo de Seguridad de este Organismo, tanto el Congo, Francia y USA, le han solicitado expida una Resolución culpando a Ruanda de ser la instigadora principal de este conflicto. Sin embargo, éste se niega y Ruanda no acepta responsabilidades.
En Kivo, más de 2 millones de personas necesitan alimentos, los hospitales y centros de salud están llenos. Hay campamentos en todas partes en donde lo único que se observa es el hambre y la pobreza absoluta. Se calculan millones de refugiados, sumidos en la insalubridad, donde el cólera ha cobrado más víctimas.
Los vecinos Burundi y Uganda han ayudado con ejércitos ya que temen que el conflicto l llegue a su propia casa. El miedo es la globalización africana de esta guerra, suscitado por los gobiernos corruptos, la desmedida codicia de los más países ricos del mundo, que se han aprovechado de sus recursos para obtener millonarias ganancias. Mientras tanto, el Congo está hundido en la devastación, el hambre, la muerte producto de haber nacido en uno de los países más ricos del mundo. Y alguno de nosotros observamos indiferentes lo que sucede en este lejano país africano.