¿Se están alineando los astros para que en Colombia se genere la tormenta perfecta y un populista llegue a la Presidencia?
Indiscutiblemente estos tiempos han modificado la forma de ver las cosas o por lo menos de adaptarnos a ellas conforme las circunstancias se fueron dando. Sin embargo, la incertidumbre se apodera cada día de más personas pues no solo existe el temor a no sobrevivir al virus sino de fracasar profesional o económicamente ante los cambios que se impusieron a cada una de las sociedades del mundo. Estas circunstancias, sin lugar a dudas, favorecen a los que se oponen a todo, a los que nada les complace o por lo menos no satisface. Abanderados de esa opción se encuentran indiscutiblemente los populistas.
La historia económica de los últimos 50 años tendrá que ubicarse, temporalmente, entre el antes y el después de la pandemia. De eso no cabe duda. Lo más peligroso es que va a ir de la mano de la historia política pues solo quienes en esta época pre-electoral encarnen el descontento ciudadano tendrán mayor afinidad a ellos y lograrán, seguramente, su voto en las próximas elecciones.
Sin embargo, eso no querrá decir que ese es el rumbo correcto, pues asumir posiciones sin responsabilidad política es hoy lo más fácil pero también lo más irresponsable.
Y es que el populismo es el remedio más peligroso ante cualquier crisis; no solo, no logra que se salga de ella sino que genera más problemas de los que inicialmente existían.
Dos ejemplos palpables los tenemos en vecinos próximos: Venezuela y Brasil. El primero con una crisis económica social y hospitalaria que hoy lleva a que el mundo no crea en las cifras que entrega sobre todo porque se cuenta con solo dos laboratorios que procesan las pruebas de todo el país. El retraso es evidente y se presume que los datos de contagios y muertes en nada concuerdan con la realidad.
El populismo y las historias de complot diarias quieren mostrar una Venezuela que no existe y que si está lejos de salir de la crisis económica y sanitaria en la que está inmersa.
Brasil, por su parte, con un gobierno de ideología diametralmente opuesta a la de Venezuela pero que también le apuesta al populismo, tampoco es un ejemplo positivo para mostrar. Por el contrario, se le equipara a un Chernóbil pero biológico, en la medida que la falta de liderazgo y políticas serias han incluso permitido que se convierta en un exportador de variantes del virus a todo el mundo.
La apuesta, entonces, para salir de la crisis debe ser un incremento y fortalecimiento de los procesos de vacunación en todo el país, especialmente donde se están presentando hoy más casos. Solo de esa forma se podría retomar el rumbo rápido del crecimiento económico con que se venía avanzando y la incertidumbre y el pesimismo obligatoriamente darían paso a posiciones menos radicales y esperanzadoras así sean menos populistas. De ilusión no se come, pero si se alimenta.