La ley de Murphy | El Nuevo Siglo
Martes, 19 de Diciembre de 2017

El empirismo de la Ley de Murphy es implacable: aquello que anda mal siempre es susceptible de empeorar y si “algo puede salir mal, saldrá mal”. Y esto, exactamente, es lo que ha venido sucediendo con la economía colombiana. Cuando se creía que lo peor había quedado atrás con el paso del 2016 y se esperaba que el 2017 sería el año de la recuperación de la senda de un mayor crecimiento del PIB, el comportamiento de este nos ha defraudado. Según dijo el Ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, este año estaba llamado a ser “mejor para la economía colombiana en comparación con el 2016” y con el optimismo panglosiano que lo caracteriza le apostó a que “la economía crezca 2.5% el próximo año”, refiriéndose al 2017.

Sin embargo, la economía siguió rengueando, sin poder levantar cabeza y arrancó el año, según el Dane, con un anémico crecimiento de sólo el 1.1% en el primer trimestre, lo cual obligó al ministro Cárdenas a recalcular su meta de crecimiento bajándola a un modesto 2.3%. Luego la rectificaría dos veces más al conocer los registros del segundo (1.3%) y tercer trimestre (2%), para un promedio de 1.5% para los primeros nueve meses del año, fijándola primero en el 2% y por último en el 1.8%. Estos datos nos indican que la desaceleración de la economía se ha prolongado por cuatro años consecutivos, durante los cuales el ritmo de crecimiento se ha venido debilitando pasando del 4.4% en 2014 al 3.1% en 2015, al 2% en 2016, para recalar este año muy por debajo del 2%, según lo pronostican los mas serios analistas.

De otra parte, la economía sigue resentida por los déficits gemelos, que sigue arrastrando irremisiblemente. A septiembre de este año el déficit en la Cuenta corriente de la Balanza de pagos se situó en el 3.7%, no obstante contar con una tasa de cambio competitiva, que pudo favorecer las exportaciones no tradicionales, pero que no han podido aprovecharla porque quedaron malogradas por la enfermedad holandesa que contrajeron con el boom del sector minero-energético, ahora de capa caída.

Entre tanto, el déficit fiscal ronda el 3.6% y el Gobierno quiso corregirlo y de paso espantar el fantasma de la baja de la calificación de la deuda soberana, pasando por el Congreso de la República una reforma tributaria, pero ésta al tiempo que desestimuló el consumo frenó el crecimiento y el mayor recaudo estuvo muy por debajo de las expectativas.

El bajo crecimiento de la economía, los déficits gemelos, el desaforado incremento de la deuda pública y la incertidumbre asociada a la coyuntura electoral y a la polarización política, llevaron a la calificadora de riesgos Standard & Poor´s a bajar su calificación, con lo cual se dificulta y encarece el crédito externo, al tiempo que aleja a la inversión y a los inversionistas, que ahora verán a Colombia en zona de riesgo.

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*Miembro de número de la ACCE