El gozo es un estado del ser, que va mucho más allá de la alegría o la felicidad, que -al ser emociones- son transitorias. ¡Por supuesto que es maravilloso estar felices! Sin embargo, en algún momento, la felicidad da paso a otras emociones.
Aunque no pasa en otros idiomas, en español son diferentes los verbos ser y estar. El ser hace alusión a un estado, que tiene que ver con la esencia; el estar nos lleva a una situación temporal, como por ejemplo una emoción. En cuanto a las emociones, sigo la teoría de Paul Ekman, quien las clasificó en seis: miedo, ira, asco, tristeza, felicidad y sorpresa. No siempre estamos felices, lo cual no es bueno ni malo, sencillamente es. Podemos dar la bienvenida al resto de emociones, que hacen parte de la vida.
Si bien no podemos estar todo el tiempo disfrutando de la felicidad, sí podemos estar gozosos. El gozo es una manifestación del amor que habita en nosotros, del amor que somos. Por ser esencial, no depende de lo que nos ocurra ni de cómo lo valoremos, sino de nuestra más íntima conexión. ¡Por ello es tan maravilloso! Si en los momentos de felicidad estamos en conexión profunda con nuestro ser, podemos agradecer por todo lo que nos ocurre; inhalamos, exhalamos y sentimos el poder de la vida en ese justo momento. Y dado que aquello que no es esencial deviene en pasajero, cuando la alegría y la felicidad ya no estén y surja la tristeza, por el motivo que sea, si continuamos centrados en nuestro ser también podremos atestiguar el aire que entra y sale, dar gracias y estar en plena conexión en el eterno presente.
En ese momento en el cual atestiguamos el poder del gozo, también se hace posible que experimentemos a la Divinidad, que nos cobija y protege, que solo está fuera de nosotros, sino también en nuestro interior. Es por ello que tenemos el derecho a estar en conexión, en gozo. Es allí donde podemos reconocer que no somos nuestras emociones ni nuestros pensamientos, que todos ellos vienen y van, que en realidad la felicidad termina, por más que quisiéramos atesorarla para siempre. Cada día tiene su afán.
Desde el gozo podemos resignificar los traumas del pasado y evidenciar que las enfermedades -físicas, emocionales y espirituales- son mensajeras para aceptar la vida tal como es, fluir y actuar en concordancia con el Amor universal. Ese gozo es el estado Theta, en el que logramos trascender cualquier circunstancia y sentir la plenitud del ser. Esto lo podemos vivir aquí y ahora, traer los cielos a la Tierra. En gozo, en realidad, podemos experimentar que somos uno.
@eduardvarmont