Un mueble simboliza la distancia entre Oriente y Occidente, la mesa ovalada de madera lacada en blanco con adornos en pan de oro, colocada encima de un inmenso tapete claro, no tiene la importancia de la hoz y el martillo, pero su imagen se ha vuelto viral, aparece a diario en los medios de comunicación, en las redes sociales, es ya más conocida que la bandera de la Federación Rusa.
Para alejar, el señor Vladimir Putin la utiliza: al presidente francés Macron lo situó en la otra cabecera durante su visita, mediante el objeto se proyecta sicológicamente, impacta.
Fue fabricada hacia el año 2000, una empresa italiana y otra española reclaman su autoría, es ejemplo del espacio y la arquitectura en política, de la diplomacia en el mundo recalentado, coleccionistas le ponen el ojo, los caricaturistas la aprovechan en su trabajo.
Ni la mesa de cedro de la Última Cena de Jesús -se conservan reliquias de ella en la basílica de San Juan de Letrán, en Roma-; ni la redonda del rey Arturo; ni la de esfinges; ni la de Luis XV con la tercera parte de extensión; ni la utilizada en la Conferencia de Postdam cuando se definió el mapa de Europa al final de la segunda guerra mundial en 1945, poseen las características de la que emplea el comunista reformado, con reducido despacho en la K.G.B.
La pieza no cuenta con la singularidad de las mesas giratorias de los espiritistas del siglo XIX, sobra las cuales los participantes ponían sus manos a la espera de que se elevasen o moviesen, apareciesen espíritus que jamás llegaron y seguramente en la suya el señor Putin no invoca los de Pedro el Grande, Lenin o Stalin.
En el extremo de la mesa el jefe de Estado no ubica al presidente Zelenski de Ucrania, país donde trabajó en su juventud como campesino, si pierde en la “Operación Militar Especial” y se esfuman los objetivos de anexión de vastos territorios, no podrá llevársela unida a la responsabilidad por la muerte de más de doscientos cincuenta mil miembros de las Fuerzas Armadas de la Federación y de miles de combatientes, de civiles caídos en el curso del cruel conflicto que aflige.
Los sentimientos son un material inflamable, la voluntad de poder del autócrata, heredada de un imperio desaparecido, su violencia medida con la practica del yudo vinculada a su estructura mental, están desbordados. Olvidó los esfuerzos académicos en el estudio de materias que le permitieron obtener la Licenciatura en Derecho de la Universidad de Leningrado.
Todavía no sabemos qué ocurrirá y cuándo acabará la aflicción de millones de seres que merecen mejor suerte, sometidos a vejámenes; sin embargo, vale la pena comentar la configuración de artefactos usados en la contienda, tal el caso de la mesa de Putin, situada cerca al sitio donde por razones de seguridad y estrés duerme en el Kremlin. Posiblemente piense que este mueble controvertido rebase mejora la decoración y sirve a sus intereses.