El debate por la fumigación aérea en los cultivos ilícitos se ha mantenido vigente a través de los años y a fe que tenemos experiencia sobre el asunto. Son muchos los altibajos que diferentes gobiernos debieron enfrentar y a la fecha, no existe claridad para despejar aspectos que potencian el forcejeo entre amigos de la aspersión aérea y enemigos del programa, pero el punto neurálgico no es la aspersión en sí, sino el uso del glifosato, herbicida escogido como ideal para erradicar del suelo patrio plantaciones de coca, potencias en estos tiempos.
La semana pasada se dio el gran debate y las exposiciones fueron prolijas en los dos sentidos, para terminar dejando a la sapiencia de la Corte Constitucional la decisión final. Lejos de mi querer terciar sobre el tema, pero no puedo sustraerme a presentar ciertas consideraciones sobre el asunto. Existen varios programas dirigidos a erradicar cultivos ilícitos en nuestro país y todos con riesgos y necesidades económicas, pero bien intencionados y realizables; lo digo apoyado en experiencias propias y ajenas. Analicemos la erradicación manual y encontramos que tiene los riesgos de minas quiebra patas, la presión de narcotraficantes que hostigan trabajadores y unidades de seguridad; miremos la erradicación voluntaria que compromete cultivadores y comunidades, agrupaciones que esperan el apoyo del gobierno en dimensión económica igual a la generada por la coca. La sustitución de cultivos es otra alternativa válida, pero falta de dinámica para cosechar y comercializar productos producidos en regiones apartadas de difícil tránsito. Como vemos todas son viables pero urgidas de una dinámica, difícil de generar.
Hablemos de fumigaciones: la manual, tan efectiva en el agro, es riesgosa para nuestro propósito por peligros enumerados anteriormente y nos quedan los drones y la aspersión área, que sostengo no se deben desechar sino armonizar con las otras alternativas. La aspersión aérea se efectúa en sectores selváticos, lejos de la civilización, donde no llegan comunidades. Otra cosa es la estrategia del narcotráfico ubicando grupos campesinos cerca a estos sembrados para invocar comunidades. Eso es diferente pero no verdadero, como tampoco lo es, la maniobra de sembrar pan coger en las márgenes del lote, demandando deterioro de cultivos lisitos. ¡Entendamos que la fumigación aérea no se hace sobre comunidades ni concentraciones humanas!, las grandes extensiones están alejadas de la civilización y por eso no es riesgoso para la salud su empleo contra cultivos ilícitos. En cuanto a drones también son eficientes en sectores específicos donde los cultivadores manejan otro tipo de mañas como camuflar la coca entre cultivos lícitos. El drone, al ser operado con precisión, logra efectividad. En conclusión, aspersión aérea en sembrados plenamente ubicados y analizados, drones y demás alternativas, de acuerdo con las características del terreno y vías de comunicación.