No obstante su creciente popularidad, parece enredarse el regreso de Donald Trump a la presidencia de USA, por tantos líos judiciales; pero aun así, podría ser elegido y en caso contrario habría que mirar a la nueva estrella que brilla, el gobernador de Florida, Ronald Dion DeSantis, prestante abogado y quien iría a pulso con Mike Pence, exvicepresidente de Trump, quien ganó puntos enfrentándose a su jefe a raíz de los penosos episodios de la “toma del Capitolio”. Seguramente los republicanos volverán al poder en esa nación, que Joe Biden ha tenido como anestesiada durante sus dos años largos de gobierno.
En el viejo continente, Francia, Suecia, Alemania, Italia, Finlandia, Bulgaria, Polonia, Hungría y España son algunos de los países en los que los partidos de derecha han aumentado considerablemente su presencia en los últimos años y tienen grandes opciones de triunfo y por ahora han sido clave en la formación de varios gobiernos.
Pero el “palo” en Europa no ha estado por los lados de Marine Le Pen, en Francia, cuyo partido de extrema derecha, Frente Nacional, ya ha creado varios sustos electorales desde hace años, sino en el partido Hermanos de Italia, que lidera Giorgia Meloni, quien funge ahora como jefe del gobierno de coalición, comprometida en rescatar las ideas del fascismo encarnado en Benito Mussolini. En Alemania, el partido de ultraderecha Alternativa ha ido mostrando los dientes y se ha consolidado como la cuarta fuerza en el Bundestag.
Lo que parece claro es que se está debilitando la izquierda (porque ya no le creen), el centro (porque lo estiman flojo y complaciente), los partidos tradicionales y la política de mano extendida a los inmigrantes “tercermundistas”. Y más claro se ve que la derecha radical también tiene tácticas populistas -como la izquierda radical- y se están especializando en campañas contra la inmigración desbordada y están adornando su discurso con tintes nacionalistas, que suelen mover la pasión y el corazón de la gente, más que la razón, y ven en riesgo sus propias naciones frente a los fenómenos de la guerra y la miseria en países como India (primer exportador de gente), China, Siria, Ucrania (se estima que para 2020 hubo más de 281 millones de migrantes en el mundo).
Y en parte vemos razón a la preocupación de EEUU y de sus líderes de derecha – que pretenden hasta construir muros- ante la entrada ilegal de un ejército conformado por millones de desposeídos y perseguidos por la pobreza ancestral, falta de oportunidades y por las ideas y los garrotes de izquierda gobernante en México (que ha exportado ilegalmente más de 11 millones), Nicaragua, Cuba, Venezuela -y ahora Colombia- y en países vecinos, que siguen viendo “el sueño americano” como su única posibilidad de vida digna, hasta el colmo de llegar a desinflarlo del todo.
Post-it. En Suramérica, “las acciones” están divididas. La apuesta izquierdista de Chile -vía Boric- en apenas un año, logró arrepentir al país entero, como está pasando en Colombia con Petro, y allá la derecha, liderada por José Antonio Kast, redactará una nueva propuesta de Carta Fundamental, que pulverice las pretensiones marxistas; en Argentina la izquierda está agonizando -como la gente de esa nación- y ya se vislumbra el cambio a la derecha con Javier Milei a la cabeza, para las venideras elecciones. Nos queda pendiente la resaca producida por el tequila y la caipirinha …