El 20 de julio salió para el Presidente Duque más aguado que su posesión el 7 de agosto del 2018 y por culpa de las jugaditas sucias del mismo bachiller. El país estaba pendiente del esperado informe sobre el cumplimiento que se ha dado a los acuerdos de la paz, de las bondades del manejo de la economía, de las proyecciones futuras, de los programas sociales, de los nuevos falsos positivos, es decir de la forma como anda la cosa por casa.
El entusiasmo se fue al traste, cuando la gente se encontró con una parodia tempranera de Sábados Felices con “Tontoniel” y Jaramillo. “Creo que me están tumbando”, advirtieron los colombianos decepcionados con un acto que cayó tan bajo y que debe tener al Presidente Duque al borde de la histeria, cuando se enteró de que en el Senado se destapaba “la pasarela de la jugaditas sucias”. Macías violó la Constitución.
“El vivo vive del bobo”, resalta el libretista Lozano en sus parodias, y eso lo demostró el presidente del legislativo, director de la pasarela de las jugaditas sucias. Macías destrozó el interés por el discurso del bicentenario de Duque. Otro damnificado fue el jefe, quien frenéticamente castigaba el twitter con sus propias interpretaciones y agregados al informe de Iván, como si no lo desconociera.
Funesto día el que le aportó un bachiller inconcluso a sus superiores por el exceso de servilismo, o quizá por extralimitarse en el cumplimiento de las órdenes impartidas. Nadie atinaba a explicarse lo de la pasarela cuando la vio por televisión. ¡El bachiller reía! No sabía que los micrófonos estaban abiertos
En el mundo estamos. Somos campeones mundiales en “jugaditas”. Las hay para todos los gustos, pero muy especialmente para violar la ley, mancillar la Constitución, masacrar la ética, “enverracar” al elector para que vote, exculpar a corruptos, etc.
Inventamos “articulitos”, que cambian el rumbo de nuestra historia, sin sonrojo flagrantemente desconocemos los derechos de la oposición, armamos leyes con retroactividad, para convertir corruptos en héroes y acudimos a cuanta triquiñuela sea necesaria para apoderarnos de los derechos, bienes, servicios y honras de una sociedad inerme y burlada.
Las jugaditas, tan bien recibidas por parte de conocidos dirigentes, hacen que en el país se vuelvan vivezas la corrupción, el atropello y la violación de la ley. Los colados del Transmilenio, los compradores de buses contaminantes, los malos manejos de los fondos públicos, volver trizas compromisos adquiridos, los falsos positivos, la feria de los sobornos, el incumplimiento de los contratos; y si miramos a la redonda en cada imagen veremos un delito sin castigo. Y hay quienes hablan de impunidad, como si la estuvieran descubriendo.
Somos los reyes de las jugaditas, y seguiremos siéndolo, porque en Colombia los Jaramillo, viven de los Tontonieles y las pasarelas engolosinan.
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