El Marco fiscal de Mediano Plazo (2024-2034) que presentó el Gobierno el pasado 15 de junio a consideración del Congreso y del país es un documento serio y bien estructurado.
Hay que resaltar, en primerísimo lugar el afán que trasluce este documento de tranquilizar a los mercados. En varios apartes del documento se reitera con todas las letras que el Gobierno está decidido y comprometido a cumplir con la Regla Fiscal. Esta es una voz de tranquilidad que va a ser bien recibida por los mercados. Y un compromiso solemne del gobierno Petro de no echar por la calle del medio en materia de sostenibilidad fiscal.
¿Cuál es la pregunta que deja flotando sin respuesta el Marco Fiscal de Mediano Plazo? Podrían hacérsele observaciones puntuales aquí y allá, pero a mi entender la fundamental es la siguiente: se trata del documento fiscal más importante que se produce en el país y que tiene como marco de referencia un horizonte de 10 años. Sin embargo, en el texto presentado no se hace ninguna alusión explícita al costo fiscal (o al gasto primario para utilizar la jerga técnica del Ministerio de Hacienda) que van a tener las reformas que se están tramitando en el Congreso.
Si bien ninguna de estas reformas se había aprobado formalmente al momento de elaborar el documento del Marco Fiscal, ni siquiera la ley pensional que fue aprobada mediante la jugadita ya conocida con posterioridad a la elaboración el Marco Fiscal, es de presumir que una buena parte de ellas serán aprobadas por el Congreso en alguna de las legislaturas venideras, con lo cual las proyecciones de gasto primario para la década venidera se pueden ver seriamente afectadas.
En los llamados avales fiscales que se le han ido sacando con tirabuzón al Ministerio de Hacienda para que se comprometa con el costo fiscal que tendrán reformas como la de la salud o la misma de pensiones, se puede ver claramente que el costo de estas reformas será enorme. Sin embargo, en la proyección de gasto primario que aparece en el Marco Fiscal de Mediano Plazo no aparece provisión explícita alguna para cubrir estos mayores compromisos de gastos durante la década venidera.
El documento se limita a decir que en el mediano plazo el gasto primario (es decir sin tomar en cuenta el pago de la deuda) “seguirá una senda levemente creciente hasta niveles de 22,1% del PIB”. Para 2024 se estima que el total de gastos, luego de recorte de los $20 millones que se ha anunciado, ascenderá a 22,8% del PIB. Es decir, el Marco Fiscal de Mediano Plazo da por hecho que el nivel de gastos del Estado continuará con la inercia actual, y no incorpora en sus proyecciones la enorme presión que sobre el gasto acarrearán las reformas que en este momento se discuten.
Como el Marco Fiscal de Mediano Plazo tiene como propósito brindar una visión panorámica de la manera cómo evolucionarán las grandes variables de las finanzas públicas en la década venidera, es evidente que el ejercicio que acaba de presentarse se va a quedar corto en cuanto a proyección de gastos. Se requiere entonces agregar estos gastos, una vez se incorporen las exigencias de gasto primario que acarrearan para los próximos 10 años reformas tales como la de la salud o la de las pensiones.
Así las cosas, el Marco Fiscal de Mediano Plazo 2024-2034 que acaba de presentarse habrá que tomarlo con cautela. Será solamente en el Marco Fiscal que se presente en el 2025 cuando podremos saber con certeza cuál es la ruta de gastos que está trazando para los años venideros el gobierno Petro, y la manera como éstos habrán de financiarse para que en todo momento se asegure la sostenibilidad fiscal a la que se ha comprometido el actual gobierno.
Queda abierto, pues, un gigantesco interrogante en torno a las proyecciones que para la década venidera presenta el Marco Fiscal de Mediano Plazo 2024-2034.