Recientemente, el grupo de rock Diamante Eléctrico publicó una carta en sus redes sociales en la que alertaban por el momento crítico que está viviendo la industria de la música (particularmente el rock) por cuenta de varios factores. Pero el más relevante: el streaming.
En su carta, Diamante Eléctrico señaló que a los artistas que crean el contenido, en este caso la música, les queda muy poco dinero por las reproducciones que logran en las plataformas de streaming. Y concluyó con que se debe “eliminar a los intermediarios” para que las agrupaciones puedan seguir existiendo.
Cuando se refieren a los intermediarios, la banda señala sin nombrar a plataformas como Spotify y YouTube (Google) que actualmente son los canales de distribución más grandes que tiene la industria musical. Hace unas décadas, los consumidores accedían a la música mediante CDS o las emisoras radiales. Ahora, llegan al contenido mediante las plataformas de streaming.
En su comunicación, Diamante Eléctrico indica que, “lo que se gana por recaudos digitales es mínimo”. Y hace un llamado para que los verdaderos fans dejen atrás a los intermediarios y tengan una relación directa con el artista. Básicamente, están pidiendo un cambio de paradigma total. Lo que parece una quimera.
Pero el tema es interesante para debatir. Y sí, también preocupante. La música como casi todas las industrias hizo una transformación digital acelerada. Después de la pandemia, todavía más acelerada y desordenada. Con una coincidencia con otras industrias que están en crisis: los que ganan siempre son las plataformas. Los que ganan siempre son los intermediarios.
En este caso, los Spotify, YouTube y similares cumplen con la tarea de conectar al artista con los consumidores. Por esta tarea, se queda con un porcentaje de lo que paga el usuario por la suscripción y les paga a los artistas por cada stream: léase por cada vez que alguien reproduce su música -consume su contenido-.
Recientemente, Bilboard sacó un artículo analizando la relación de la música y el streaming. El texto compartió cifras reveladoras. La revista indicó que, “durante la última década, el streaming on-demand, y el negocio de la música ha florecido — de ingresos totales de 6.700 millones de dólares en 2014 a 17.100 millones el año pasado”. La pregunta del millón es ¿cómo se reparte esa torta de ingresos?
Por lo visto, la industria de la música tampoco le está encontrando la comba al palo para tener un modelo de negocio donde todos ganen. No encuentran una fórmula para que los artistas tengan los ingresos que solían tener con modelos de distribución más anticuados como el CD. Todo luce bastante injusto.
Todo esto es muy parecido a lo que pasa con la industria de los medios de comunicación. Son los medios los que invierten para producir los contenidos, pero los distribuidores (Google, Facebook) se quedan con buena parte de los ingresos de los anunciantes. En el caso de la música, los artistas ponen el talento y los streams se quedan con los ingresos.
¿Y qué hacer? Pues Diamante Eléctrico en su carta plantea la solución. Al menos una solución: eliminar al intermediario. Que haya una relación directa entre los productores de contenido (medios y artistas) y los consumidores finales. Pero, sinceramente, parece más fácil que se inventen un carro con ruedas cuadradas.