Un ingeniero -con más de 70 y pico años- resolvió entrar a la política para ser presidente de Colombia, sin conocer el chicharrón en que se metía: mientras que la mitad de los colombianos comen una vez al día; cientos de miles de familias que viven en ranchos de latas y cartón, en tierras movedizas, son incontables. Hoy la mayoría de los que trabajan son tratados como despreciables: salarios mínimos, con horarios absurdos, llegando a sus casitas a distancias ridículas, a horas peligrosas. Y así, se podría escribir libros, muy gordos, sobre la vida de los que viven, hasta más de dos horas, para llegar a sus “casitas”, recibiendo salarios mínimos.
Y la tragedia de los vendedores en las calles es de llorar, todos los días vendiendo lo que se les pueda ocurrir para ganar chichiguas.; mientras que la juventud no está dispuesta a ser limosneros; los campesinos viven de unos pesitos, que sirven para sobrevivir; los grandes industriales viven fuera de su Patria y sus ingresos terminan en bancos fuera de su país. Y todo esto está a punto de reventar: difícilmente se puede satisfacer a una nación sin tener soluciones viables, de la dimensión del reto. En fin, todo indica que el ingeniero candidato no es el líder capaz manejar los retos de hoy: este cuadro es lo más peligroso para cualquier país, sobre todo hoy que el mundo está a punto de una guerra mundial, como hace poco dijo el Papa Francisco. En fin, todo indica que no es el líder capaz de manejar los retos de hoy.
El otro candidato, el político profesional, entre las ideas que tiene en su manga es que el costo de las matrículas universitarias públicas y de gastos de vivienda serán un préstamo, y si al terminar sus estudios y permanecen viviendo en los departamentos de su cuna, cinco años, trabajando en su carrera, el Estado asume la totalidad de los gastos: en cambio, los que se van a otro país, antes de los cinco años; la deuda la tendrá que ser pagada por el estudiante. Los créditos del Icetex para universidades privadas, también, el gobierno asume la deuda, de igual manera, contando los cinco años.
Lamentablemente no hay peor mentira que una verdad a medias: así han envenenado a millones de colombianos desprevenidos, que, defendiendo sus pequeños ahorros y pertenencias, terminan por creer lo que digan. Mientras que el político profesional entiende que la política es un arte, vital: desde los griegos, de esto depende toda una nación. Mientras que Jugar a la política sin experiencia es jugar con el futuro de más de 50 millones de colombianos. La improvisación en la política es osadía, irresponsabilidad. Pensar que el dinero cambia todo, es llevar al país a donde nadie quiere llegar. Con la aventura del gobierno de hoy, no estamos listos para vivir una aventura más. Por estas razones, no podemos volver a jugar con la candela con la que estamos viviendo hoy, llevando nuestra querida “República” a que nos sentemos en un polvorín a punto de reventar.